El popular Pearl Street Mall de Boulder, Colorado fue testigo de un acto de violencia extrema en cuando un hombre identificado como Mohamed Sabry Soliman prendió fuego a un grupo de manifestantes que participaban en una demostración pacífica en apoyo a los rehenes israelíes en Gaza.
El ataque, perpetrado con un lanzallamas casero y cócteles Molotov, dejó un saldo de al menos ocho personas heridas con quemaduras, en un incidente que el FBI ya está investigando como un “presunto acto de terrorismo”. Este suceso ha conmocionado a Estados Unidos y ha puesto de manifiesto la creciente polarización y la violencia que pueden surgir en el contexto de conflictos internacionales.
El ataque en Pearl Street Mall
La jornada en el Pearl Street Mall, un concurrido espacio al aire libre conocido por sus tiendas y actividades culturales en el corazón de Boulder, transcurría con normalidad. Un grupo de personas se había congregado para llevar a cabo una manifestación pacífica en solidaridad con los rehenes israelíes en Gaza, un tema sensible que ha generado fuertes emociones a nivel mundial.
Lo que comenzó como una expresión de apoyo y conciencia, se transformó abruptamente en una escena de caos y terror. De manera sorpresiva, Mohamed Sabry Soliman, un hombre de 45 años de edad, de origen egipcio, irrumpió en la manifestación. Armado con un lanzallamas improvisado y varios cócteles Molotov, el agresor comenzó a atacar a los participantes, rociándolos con fuego y provocando quemaduras.
Testigos presenciales describieron momentos de pánico mientras las llamas envolvían a los manifestantes, y la gente intentaba escapar y auxiliar a los heridos. El atacante, según múltiples reportes, gritó “¡Palestina Libre!” durante el asalto, lo que ha llevado a las autoridades a considerar un móvil ideológico detrás de sus acciones, vinculándolas directamente al conflicto palestino-israelí.

Las víctimas y la respuesta inmediata
El saldo del brutal ataque fue de al menos ocho personas heridas, quienes sufrieron quemaduras de diversa consideración. Las edades de los afectados oscilan entre los 52 y los 88 años, lo que resalta la indiscriminación del agresor y el impacto devastador en una población vulnerable. Los heridos fueron atendidos de inmediato por los servicios de emergencia y trasladados a hospitales cercanos para recibir tratamiento especializado.
La rápida intervención de la policía de Boulder fue crucial para contener la situación y detener al agresor. Mohamed Sabry Soliman fue aprehendido en el lugar de los hechos, lo que evitó que pudiera causar más daño. Las autoridades han elogiado la valentía de los ciudadanos que, a pesar del peligro, intentaron ayudar a las víctimas y alertar a la policía.
Investigación del FBI: “Presunto acto de terrorismo”
La gravedad del incidente y el posible móvil ideológico han llevado al Buró Federal de Investigaciones (FBI) a tomar las riendas de la pesquisa. El FBI ha calificado el ataque como un “presunto acto de terrorismo”, lo que eleva la naturaleza de la investigación y moviliza recursos federales para determinar si Soliman actuó solo o si tenía conexiones con algún grupo extremista.
La investigación se centrará en el historial del agresor, sus posibles motivaciones, cualquier afiliación a grupos radicales y la forma en que adquirió o fabricó las armas incendiarias. La calificación de terrorismo por parte del FBI implica que el ataque no es visto como un crimen común, sino como un acto destinado a intimidar o coaccionar a una población o al gobierno, lo que agrava significativamente las posibles penas para el perpetrador.
Este ataque se produce en un contexto de crecientes tensiones y ataques aislados relacionados con el conflicto en Medio Oriente en diversas partes del mundo, incluyendo Estados Unidos. El artículo de Sopitas.com, por ejemplo, menciona que este incidente sigue a otro reciente donde dos empleados de la embajada de Israel en Estados Unidos fueron asesinados, lo que podría indicar un patrón de violencia motivada por el conflicto.

Las implicaciones de la violencia ideológica
El ataque en Boulder es un sombrío recordatorio de cómo los conflictos geopolíticos distantes pueden generar violencia en suelo estadounidense, especialmente cuando se exacerban las divisiones internas y la polarización ideológica. El hecho de que un manifestación pacífica en apoyo a los rehenes israelíes haya sido el objetivo de un ataque violento por parte de un individuo que gritaba “¡Palestina Libre!” subraya la peligrosa intersección entre la política, la identidad y el extremismo.
Las autoridades y la sociedad civil enfrentan el desafío de cómo proteger la libertad de expresión y manifestación sin permitir que la violencia se imponga. Es fundamental que se refuercen las medidas de seguridad en eventos públicos y que se promueva el diálogo y el entendimiento para contrarrestar la narrativa de odio y violencia.
El uso de un lanzallamas casero y cócteles Molotov en un espacio público también plantea interrogantes sobre la facilidad con la que un individuo puede fabricar armas improvisadas con la intención de causar daño masivo. Esto podría llevar a una revisión de las políticas de control y vigilancia para prevenir futuros ataques de este tipo.
Un llamado a la unidad y la resiliencia
El incidente en Boulder, Colorado, es un duro golpe para la comunidad y para la nación. Sin embargo, la respuesta inmediata de los ciudadanos y la rápida acción de las fuerzas del orden demuestran la resiliencia de la sociedad estadounidense. Es un momento para reflexionar sobre la importancia de la unidad, la empatía y la condena unánime de la violencia, independientemente de la motivación ideológica.
La investigación del FBI continuará para esclarecer todos los detalles de este “presunto acto de terrorismo” y asegurar que Mohamed Sabry Soliman rinda cuentas por sus atroces acciones. Mientras tanto, la comunidad de Boulder y todo Estados Unidos se unen en el apoyo a las víctimas y en la condena de la violencia motivada por el odio.
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