Hace dos años, Michael J. Fox se sometió a una cirugía para retirarle un tumor benigno en la médula espinal. El actor, quien llevaba casi tres décadas viviendo con la enfermedad de Parkinson, tuvo que aprender a caminar de nuevo.
Cuatro meses después, se cayó en la cocina de su casa en Nueva York y se fracturó el brazo.
En medio de dos agotadoras recuperaciones, se comenzó a preguntar si había exagerado la idea de la esperanza en sus tres primeras autobiografías, y un libro más donde da a conocer su perspectiva sobre usar silla de ruedas.
“Puede ser una experiencia frustrante y aislante permitir que alguien más determine la dirección en la que voy y la velocidad en la que me traslado. La persona que te empuja está en control”, escribe Fox.
Antes de su cirugía en la médula, Fox, famoso por la trilogía fílmica de Volver al Futuro, trabajaba en un libro sobre el golf, pero las cosas cambiaron.
“Comencé a pensar sobre lo que significaba poder moverme y expresarme físicamente, y que eso fuera desapareciendo”, dijo. “Y además, ceder para que me realicen las intervenciones médicas. No sé cómo sea para los demás, pero puedo identificar cómo es para mí y escribirlo”.