Programación metabólica. Del desnutrido al obeso | Dr Sergio Assia

La especie humana es una sobreviviente, no tiene garras fuertes, no corre, no vuela, no nada mas rápido que otros animales; ¿Qué es lo que la ha hecho la reina de la creación y ha proliferado y se ha extendido por el mundo como ninguna otra?, tanto éxito ha tenido, que ha puesto en peligro a muchas otras especies por su crueldad y falta de conciencia ecológica.

Su fortaleza radica en la capacidad tan rápida de adaptarse a su entorno e incluso adaptar el entorno para su beneficio, lo ha hecho extraordinariamente bien, sin duda los humanos pasamos por malas épocas de carestía y hambruna, y el cuerpo a lo largo de milenios se adaptó a guardar reservas de energía en su cuerpo y a ahorrar ésta para sobrevivir las épocas de escasez.

Darwin decía que: “La especie que sobrevive no es la mas fuerte, sino la que responde mejor al cambio”
El cuerpo humano puede controlar entre muchas cosas el ingreso de agua, cuando tenemos sed, tomamos solo el agua necesaria, nunca en situaciones normales mas de la que necesitamos, en contraste con lo que sucede con la comida, podemos devorar si nos proponemos en forma ilimitada, lo que favorece el aumento de reservas grasas que define la obesidad, pandemia que afecta a mas de la mitad de la población occidental, particularmente en nuestro país y en la Unión Americana.

Tendemos a culpar de la obesidad al ambiente obesigénico en que nos movemos, con la influencia de la mercadotecnia, que promueve el consumo de alimentos con alta densidad calórica, sin muchas oportunidades de tener actividad física, lo cual es cierto, pero hay otros factores que quizá no tomemos en cuenta y que son igual o mas importantes que el medio ambiente.

Decíamos que la especie humana se ha adaptado a superar los malos tiempos, y lo hace rápidamente, en una o dos generaciones, sin esperar los miles de años para las mutaciones tradicionales de la evolución de las especies.
El cambio se llama epigenética, y son adaptaciones en el genoma relacionados con influencias externas y que pueden persistir o no, en generaciones futuras.

El cambio epigenético que nos interesa es el de la programación metabólica.

El delicado balance del control del ingreso calórico en el individuo se inicia antes de nacer, si la madre gestante sufre desnutrición, stress, o por el contrario se alimenta con exceso en grasas saturadas y alimentos procesados, el producto frecuentemente tendrá peso bajo para la edad gestacional o en el segundo caso serán bebes demasiado grandes para la edad, ambos extremos en estudios epidemiológicos muy grandes han revelado que esos niños tendrán riesgo mas elevado en la adolescencia y la edad adulta de padecer trastornos del control del apetito, hiperfagia, obesidad y consecuentemente sus complicaciones como diabetes tipo 2, hipertensión arterial, infarto al corazón o accidentes vasculares cerebrales.

Son individuos con necesidad muy grande de comer sin control alguno, que sienten placer al atracarse de comida.
Los factores predisponentes son muchos, mayor supervivencia neonatal, mas stress materno, pobre o nula alimentación al seno materno, más disponibilidad de alimentos de alta densidad calórica hiperprocesados, con la consecuente ganancia rápida de peso y por supuesto el ambiente obesigénico en que nos movemos.

El mecanismo es complejo e implica un desbalance entre los mediadores reguladores del apetito destacando primero resistencia a la leptina, sustancia que se produce en el tejido graso y que le avisa al sistema nervioso que ya tenemos suficientes reservas, limitando la necesidad de comida, los obesos tienen elevados niveles de leptina que a pesar de eso el cerebro no lo registra por tener los receptores para dicha sustancia bloqueados y por ende registra que no hay reservas suficientes y desencadena hambre incontrolable.

En paralelo otra sustancia que tiene alterado el control es la insulina, hormona secretada en el páncreas que es la encargada de introducir las moléculas de glucosa a la célula y promover la síntesis de grasas, las personas que sufren de programación metabólica tienen niveles altos de insulina y a pesar de ello no logran bajar los niveles de glucosa en sangre, las células sufren de falta de glucosa y mandan señales de que falta alimento, estimulan los centros del hambre y generan un apetito voraz, particularmente de carbohidratos, lo que empeora la situación, éste circulo vicioso se conoce como resistencia a la insulina.

Los niveles altos de leptina e insulina afectan también otros sistemas como el reproductivo, inhibiendo ovulación y producción de esperma, inmunológico creando un estado de inflamación crónico que favorece infecciones y enfermedades autoinunes, etc.

Ese descontrol metabólico no se detiene ahí, crea una memoria en el genoma suficiente como para heredarse a la siguiente generación, así una madre con gran adiposidad tendrá probablemente un bebe con peso grande y el circulo vicioso se perpetúa en la población.

Así, un mecanismo que en principio de los tiempos permitió la supervivencia de la especie humana, ahora se nos revierte y se convierte en un vehículo de enfermedad.

Debemos primero procurar que las adolescentes y madres gestantes tengan una nutrición adecuada, evitar el sobrepeso y obesidad, prevenir el sufrimiento fetal con un adecuado control prenatal y sobre todo que el bebé recién nacido tenga suficiente control en su alimentación y en la actividad física para contrarrestar esta predisposición, que no se haga obeso y diabético y que no lo herede a generaciones posteriores, estamos hablando de un riesgo mucho mayor que la pandemia de coronavirus o cualquier pandemia conocida.

Prevengamos la obesidad en el niño desde antes de nacer.

Ánimo y hasta la próxima semana