¿Pensar te da hambre?

Al realizar actividades intelectuales que requieren gran concentración, es común sentir hambre. Diana Guizar Sánchez, investigadora del Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que esto se debe a que la glucosa, conocida coloquialmente como azúcar, es el principal alimento del cerebro.

Estudios indican que durante actividades de concentración intelectual se consumen alrededor de 200 calorías por hora, señala la académica.

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Estudios indican que durante actividades de concentración intelectual se consumen alrededor de 200 calorías por hora, señala la académica.

En la UNAM, los estudiantes, que dedican su día a varias materias, prestando atención a los docentes, leyendo y estudiando, enfrentan, además del estrés, un aumento del hambre debido a esta actividad intelectual. Según Guizar Sánchez, esto les lleva a comer a cualquier hora disponible.

El cerebro y el consumo de calorías

A diferencia de las actividades físicas, no es posible medir con un aparato cuántas calorías se gastan en actividades cerebrales, ya que no son calorías activas.

El Departamento de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UNAM está investigando la alimentación y el riesgo vascular en sus estudiantes. Han encontrado que, durante periodos de estudio, estos presentan lapsos de hipoglucemia, es decir, niveles de azúcar inferiores a lo normal.

La importancia de la elección de alimentos

La necesidad de glucosa del cerebro puede llevar a los jóvenes a consumir alimentos con altos niveles de azúcar. Sin embargo, estos alimentos proporcionan un aumento rápido de glucosa en la sangre, que es de corta duración, ya que son carbohidratos que se metabolizan rápidamente.

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El exceso de comida durante el estudio puede llevar a que los nutrientes se
acumulen o se dirijan a los intestinos, aumentando el riesgo de subir de peso

Cuando se ingieren azúcares, no toda la energía se dirige al cerebro; una gran parte va al estómago e intestinos, consumiendo gran cantidad de esa energía y provocando somnolencia, conocida como “mal del puerco”.

Además, el exceso de comida durante el estudio puede llevar a que los nutrientes se acumulen o se dirijan a los intestinos, aumentando el riesgo de subir de peso por desequilibrio calórico. Guizar Sánchez añade que la sensación de hambre puede ser falsa, a menudo surgida por nervios o estrés.

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