En México “de muertos y tragones están llenos los panteones”, sin duda este refrán describe de manera perfecta una de las tradiciones más importantes de nuestro país, “El Día de Muertos”, donde las familias hacen un esfuerzo para cumplir hasta el más mínimo capricho de ese ser querido que ya no ésta con nosotros a través de un altar y donde uno de los elementos más importantes es el pan de muerto.
Ese delicioso pan que es tan especial como la fecha, tiene un toque diferente, al que consumimos todos los días, pero además la forma tiene un significado único como su sabor.
Las ofrendas tienen su origen en la cultura prehispánica, sin duda uno de los altares más representativos de esa época era el de la diosa Cihuapipiltin, dedicada a las mujeres que morían en el primer parto, se creía que rondaban por el aire causando enfermedades entre los niños, por ello les hacían regalos en el templo o en las encrucijadas del camino.
Las ofrendas consistían en “panes” de diversas figuras como mariposas o rayos (xonicuille) hechos a base de amaranto y “pan ázimo” que era un pan de maíz seco y tostado.
Relata Fray Diego de Durán en su crónica sobre la ofrenda de Huitzilopochtli, que la gente en esta celebración “no comían otra cosa que no fuera tzoalli con miel”, con dicha mezcla a base de amaranto y miel de avispa o maguey.
Hacían un gran ídolo a imagen del Dios, lo adornaban y vestían, de igual manera elaboraban huesos grandes que depositaban a los pies del ídolo, además ofrendaban otros “panes” como tortillas pequeñas; pasada la fiesta se los dividían para comer
El equivalente al pan de muerto como ahora lo conocemos sería el “huitlatamalli” que era una especie de tamal.
En la época prehispánica se hacía la “papalotlaxcalli” o pan de mariposa que era exclusivo de esta ceremonia, al parecer era como una tortilla a la cual se le imprimía a la masa aún cruda un sello en forma de mariposa, una vez cocida, se pintaba.
Puebla y sus panes de muerto
Uno de los panes que más se puede apreciar en los altares es la hojaldra, su forma original es un corazón, el cual era cubierto con azúcar pintada de rojo.
Las cuatro líneas representan los cuatro puntos cardinales del calendario azteca, que a su vez se relacionan con las cuatro principales deidades aztecas (Quetzalcóatl, Xipetotec, Tláloc y Tezcatlipoca).
Otras personas afirman que las líneas representan los huesos de aquellos que han muerto y la bolita del centro representa el corazón o el cráneo. Algunos consideran que son las extremidades y el cráneo saliendo de una tumba. Y otros opinan que son las lágrimas derramadas por los que ya se fueron y la forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte.
Y así es cómo se cree que surgió el pan de muerto, el cual se fue modificando de diversas maneras hasta llegar al pan que conocemos actualmente y que ha llegado a ocupar un lugar muy especial en todas las casas mexicanas.