El papa Francisco reafirmó su condena a la pena de muerte y aseguró “que no da justicia y es un veneno para la sociedad” en el prefacio del libro recientemente publicado del abogado DaleRecinella, que acompaña espiritualmente a los condenados a muerte en Estados Unidos.
Las ejecuciones, lejos de hacer justicia, alimentan un sentimiento de venganza que se convierte en un veneno peligroso para el cuerpo de nuestras sociedades civilizadas.
Los Estados deberían preocuparse por dar a los presos la oportunidad de cambiar realmente de vida, en lugar de invertir dinero y recursos en reprimirlos, como si fueran seres humanos que ya no merecen vivir y de los que hay que deshacerse.
Precisamente el Jubileo debería comprometer a todos los creyentes a pedir con voz inequívoca la abolición de la pena de muerte, una práctica que, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, «¡es inadmisible porque atenta contra la inviolabilidad y la dignidad de la persona!» (n. 2267).
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