Un ataque aéreo llevado a cabo por Israel causó la destrucción de una sección de la embajada de Irán en Siria, resultando en una ofensiva que provocó al menos 11 fallecidos, incluyendo a siete miembros de los Guardianes de la Revolución Islámica.
Mediante un comunicado oficial, el ejército de la República Islámica de Irán confirmó la muerte de siete de sus miembros, entre los cuales se encontraban dos altos mandos de la Fuerza Quds, el brazo encargado de las operaciones exteriores: Mohamad Reza Zahedi y Mohammad Hadi Haji Rahimi.
El embajador iraní en Siria, Hossein Akbari, resultó ileso, aseguró que el ataque se realizó con aviones de combate F-35 y seis misiles.
Interrogado por la incursión en una rueda de prensa en Israel, el portavoz del ejército israelí, el contraalmirante Daniel Hagari, respondió: “no comentamos las informaciones de la prensa extranjera”.
El periódico The New York Times citó a cuatro funcionarios israelíes bajo anonimato que reconocieron que Israel había llevado a cabo el ataque.
El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH) identificó a los fallecidos.
El ministro iraní de Relaciones Exteriores, Hossein Amir Abdollahian, imputó el ataque a Israel y pidió una “respuesta seria de la comunidad internacional”, según un comunicado del ministerio.
“Benjamin Netanyahu (primer ministro de Israel) perdió completamente el equilibrio mental debido a los sucesivos fracasos del régimen israelí en Gaza y a la incapacidad de lograr los ambiciosos objetivos de los sionistas”, afirmó Hossein Amir Abdollahian.
Hamás condenó el ataque “en los términos más enérgicos” y afirmó que suponía una “peligrosa escalada”.
Rusia, a su vez, acusó a Israel de llevar a cabo un ataque “inaceptable”.