Comportamientos asociados a problemas de salud mental han tenido repunte en el transcurso de la pandemia en niños, niñasm adolescentes: estar agresivo y terco, muy triste o con falta de ánimo, con miedos nuevos o recurrentes, así como dejar de comer o perder el apetito, entre otros síntomas
De acuerdo con los resultados 2020-2021 de la Encovid-19 Infancia, también ha crecido la tendencia entre los menores de edad de comer en exceso o subir mucho de peso, no dormir o despertarse por la noche, y tener dolor de cabeza frecuentemente.
Las mediciones más recientes muestran que las alteraciones en la salud mental de los adultos comienzan a disminuir, pues en marzo del año pasado uno de cada tres mexicanos (31.2%) había presentado síntomas de ansiedad, mientras que para octubre la cifra disminuyó a uno de cada cuatro (23.87%). Sin embargo, en los niños hay un aumento en la mayoría de las conductas relacionadas.
“La salud mental es importantísima y hay que atenderla. Es claro que la afectación es generalizada, los propios padres, madres y cuidadores están afectados y a veces minimizamos estos pequeños síntomas que van manifestando niños y niñas. Por eso es importante que padres y madres tomen conciencia, que tengan mayor conocimiento”, señaló Catalina Gómez, jefa de Política Social de Unicef México.
Comentó que es recomendable expandir los programas de parentalidad positiva, en los que los padres, madres y cuidadores tengan mayores herramientas para combatir posibles condiciones de violencia generadas por todo lo que está pasando en su entorno.
“Esto a nivel de hogar y resaltamos la importancia de la salud mental desde una perspectiva del ámbito escolar. También hay que equipar a maestros y personal docente para que estén preparados para apoyar las necesidades holísticas de los niños y las niñas, que sepan reconocer síntomas preocupantes y cómo manejar situaciones”, explicó.
Alertó que los hogares con niños, niñas y adolescentes siguen siendo muy vulnerables frente a la pandemia, con la salud mental como uno de los focos de alerta.
“Estamos viendo, por ejemplo, aumentos en diferentes síntomas de estrés que podrían estar asociados a la ansiedad en el caso de los niños y niñas, como pesadillas, dejar de comer o, al contrario, comer en exceso, sentirse triste o dejar de dormir”, detalló.
De acuerdo con datos de la Encovid-19 Infancia, obtenidos a partir de lo contestado por adultos en los hogares, mientras en mayo de 2020, 2% de los niños y niñas tenía pesadillas frecuentes, para octubre de 2021 esta cifra se disparó a 9 por ciento.
Dejar de comer o perder el apetito fue un indicador que creció de 4% a 11% en el mismo periodo. Para octubre del año pasado, 18% comió en exceso o subió mucho de peso.
En tanto, para junio de 2020, 6% de los niños experimentaba dolor de cabeza de manera frecuente, pero en octubre de 2021 dicho porcentaje se duplicó a 12 por ciento.
En marzo de 2021, 27% estaba muy triste o con falta de ánimo, y si bien para octubre ese porcentaje tuvo una ligera disminución, aún se mantenía en niveles altos, con 20 por ciento.
Despertarse por la noche o dormir es otra de las conductas que se incrementó de 8% a 14% entre mayo de 2020 y octubre de 2021, arrojó la Encovid-19.
Estar agresivo y terco también tuvo su mayor repunte en marzo de 2021, con 24%, y pese a su ligera disminución se mantuvo en altos niveles para octubre, con 21 por ciento.
También experimentar miedos nuevos o recurrentes se incrementó de 2% en junio de 2020 a 16% en octubre de 2021.
Crisis pegó a familias con niños
Ante la crisis económica derivada de la pandemia de covid-19, en México siete de cada diez hogares con niños y adolescentes tuvieron una reducción en sus ingresos.
De acuerdo con la actualización de la Encovid-19, aunque durante 2021 se observó una recuperación, en octubre pasado todavía 59% de estos núcleos familiares reportaron tener menos ingresos en comparación con el año previo a la emergencia sanitaria. En los hogares sin niños ni adolescentes este porcentaje fue de 45 por ciento.
La Encovid-19 también señala que debido a la caída de los ingresos familiares, 52% de los hogares tuvo que pedir prestado a un familiar o amigo para completar el gasto, en 34% alguien tuvo que empezar a trabajar o buscar un segundo empleo y 44% tuvo que dejar de pagar sus deudas, incluyendo las tarjetas de crédito. Otro 27% recurrió al empeño o a vender objetos de valor.
Además, cuatro de cada diez mejores y tres de cada diez hombres mencionaron que tuvieron que dejar de trabajar o cambiar de ocupación para apoyar en los quehaceres del hogar. Incluso, 33% de ellas y 28% de ellos reportan que aún no realizan sus actividades como antes de la pandemia.
Otro indicador alarmante es que 22% de las mujeres y 7% de los hombres no están trabajando ni buscando un empleo, aun cuando tienen necesidad o deseos de laborar.