El Domingo de Ramos 2025, que se celebrará el 13 de abril, marca el inicio de la Semana Santa en la Iglesia Católica. Esta fecha es una de las más significativas del calendario litúrgico, conmemorando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, un evento cargado de simbolismo y profundo significado espiritual.
A continuación, te explicamos el significado del Domingo de Ramos, sus tradiciones litúrgicas, y lo que la Iglesia propone para vivir plenamente esta celebración, según documentos oficiales como la Carta de las fiestas pascuales (Vaticano, 1998) y el libro Jesús de Nazaret: Desde la entrada en Jerusalén a la Resurrección del Papa Benedicto XVI.
¿Qué se celebra el Domingo de Ramos?
El Domingo de Ramos, también llamado Domingo de la Pasión, conmemora el momento en que Jesús fue recibido como rey en Jerusalén, mientras la multitud agitaba ramas de palma y exclamaba: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Juan 12,13).
Este día tiene un doble carácter litúrgico: por un lado, celebra el triunfo mesiánico de Cristo; por el otro, introduce a los fieles en el relato de la Pasión, que se proclama solemnemente en la Misa.
1. ¿Por qué también se le llama “Domingo de la Pasión”?
Durante las celebraciones litúrgicas se lee de forma completa el relato de la Pasión de Cristo, una práctica que busca preparar espiritualmente a los fieles para los acontecimientos del Triduo Pascual. De no proclamarse en este día, esta lectura no tendría lugar en ningún otro domingo, ya que el siguiente se enfoca en la Resurrección.
2. La procesión de palmas: una tradición viva
Antes de la Misa principal, se realiza una procesión en la que los fieles recrean la entrada de Jesús en Jerusalén. La Carta de fiestas pascuales destaca que esta procesión permite a los cristianos revivir las aclamaciones y gestos de los niños hebreos, cantando Hosanna con fervor.
3. ¿Qué tipo de ramas se pueden llevar?
No es obligatorio utilizar palmas. También se pueden emplear olivo, sauce, abeto u otras plantas locales. Muchos fieles conservan estos ramos bendecidos en sus hogares o lugares de trabajo, como signo de fe y protección, aunque la Iglesia recuerda que no deben usarse como amuletos ni con fines mágicos.
4. Participación consciente y con sentido
La Iglesia invita a los fieles a comprender el sentido espiritual del Domingo de Ramos, más allá de lo simbólico. La verdadera participación se manifiesta en la procesión y la liturgia, no en la simple obtención de ramas benditas.
5. Jesús reclama su realeza: el simbolismo del burro
En su libro, el Papa Benedicto XVI explica que Jesús eligió un burro nunca montado como señal de su autoridad real, cumpliendo así las profecías del Antiguo Testamento. No fue un gesto casual: era una afirmación mesiánica consciente.
6. Los peregrinos reconocen al Rey
Los gestos de los peregrinos que colocaron mantos en el camino y entonaron el Salmo 118 tienen raíces en la tradición real de Israel. El grito de Hosanna se convierte así en una proclamación de que el Mesías ha llegado, en la línea del reinado de David.
7. “Hosanna”: júbilo y esperanza mesiánica
El Hosanna tiene un doble valor: es un grito de júbilo y a la vez una oración profética, que expresa el anhelo del restablecimiento del Reino de Dios. En labios de los fieles, es una súplica para que el Rey Salvador transforme el corazón del mundo.
8. ¿La misma multitud que aclamó a Jesús pidió su crucifixión?
No. Benedicto XVI aclara que quienes acompañaban a Jesús al entrar en Jerusalén eran peregrinos que venían con Él, no los ciudadanos de la ciudad. Estos últimos, al no conocerlo, se mostraron indiferentes o incluso hostiles durante el juicio.
9. La proclamación de la Pasión: un momento solemne
La lectura del Evangelio de la Pasión se realiza con gran solemnidad. Se sugiere el uso de tres voces (Cristo, narrador y pueblo) y no se utiliza incienso ni se hacen señales habituales. La proclamación completa busca ofrecer un encuentro profundo con el misterio pascual.
El Domingo de Ramos abre la puerta a la Semana Santa
Vivir el Domingo de Ramos 2025 con fe y comprensión nos prepara para acompañar a Jesús en su camino hacia la Cruz y la Gloria. Es una invitación a renovar nuestra esperanza, entrar en el misterio pascual y reconocer al Señor como nuestro Rey.
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