Fotografía: HFStudios
El pasado 3 de septiembre, en la central nuclear de generación eléctrica de México llevó una delicada pero rutinaria operación de recambio de uranio lo cual habría derivado una situación de riesgo naranja, un paso antes del rojo, que hubiera significado la alerta máxima para la seguridad de la planta de la Comisión Federal de Electricidad.
Según varios reportes, se identificaron deficiencias respecto al “desempeño humano”, de “una sana cultura de seguridad nuclear” y de “aspectos programáticos u organizacionales” en la planta. Varias fuentes consultadas de la planta mencionaron que no ha sido la única ocasión que esto ocurre en la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde en Veracruz. Esta central cuenta con dos reactores con una capacidad instalada de 810 megavatios cada uno. Esto, representa un 4% de la capacidad eléctrica instalada de México y un 2% de la generación total del país.
En el mes de agosto, la central de Laguna Verde comenzó la recarga de combustible como cada 18 meses. Este procedimiento suele demorar un mes y que consiste en el remplazo de varillas de uranio, las cuales alimentan la estación y el traslado de las que ya perdieron energía a la alberca de combustible gastado, que almacena los tubos de uranio.
El 28 de agosto, según los reportes de condición 102649, personal de la planta colocó compuertas de protección entre la alberca de combustible y el llamado “pozo seco”: la cavidad entre el reactor y la contención de concreto del mismo. Con las compuertas de protección instaladas, una empresa contratista cambió cuatro de los 15 mecanismos impulsores de las barras de control. Al siguiente día, las compuertas fueron retiradas, tal y como lo detalla el informe elaborado el 11 de septiembre.
El día 3 de septiembre, fuera de la programación de mantenimiento y mientras un sistema de seguridad estaba deshabilitado, el contratista continuó con el cambio de ocho mecanismos, lo que puso a la central en riesgo naranja durante 13 horas. Recién cuando volvieron a colocar las compuertas y concluyeron el recambio de los ocho mecanismos, el sistema pasó a color amarillo, que representa una disminución moderada de la seguridad.
Estos acontecimientos significaron que la planta haya estado expuesta al peligro de drenado de la alberca de combustible gastado, lo que habría implicado que el agua hierva, se evapore y las barras de uranio gastado queden al descubierto y se derritan por el aumento de temperatura. Este evento ya habría ocurrido en uno de los reactores de Fukushima, Japón, a causa del terremoto y posterior tsunami en 2011. El derretimiento del uranio gastado podría provocar desde la emisión de gases radiactivos hasta un incendio que podría desencadenar eventos mayores, como explosiones.