Gabriela García Muñoz
La Arquidiócesis de Puebla colocó un nacimiento navideño monumental en las instalaciones de la Curia Arzobispal, continuando una tradición que se remonta a hace ocho siglos en la historia del cristianismo. Esta representación del pesebre se une a las miles que se instalan en hogares e instituciones alrededor del mundo durante la temporada navideña.
La historia del nacimiento o pesebre como tradición navideña tiene sus raíces en un evento histórico ocurrido en la pequeña localidad de Greccio, Italia, durante la Navidad de 1223. Fue san Francisco de Asís quien, con la bendición del Papa Honorio III, organizó la primera representación viviente del nacimiento de Jesús, buscando transmitir la humildad y sencillez del momento.
Aquella primera escena, montada en una cueva de Greccio, incluyó elementos reales como paja, un buey y un asno, mientras que los pobladores locales interpretaron los papeles de María, José, pastores y ángeles. Según los escritos de Tomás de Celano, primer biógrafo de san Francisco, el evento fue testigo de un acontecimiento extraordinario cuando uno de los presentes tuvo una visión del Niño Jesús en el pesebre.
Este acto sencillo pero profundamente significativo de san Francisco marcó el inicio de una de las tradiciones más arraigadas del cristianismo. Desde entonces, la costumbre de representar el nacimiento se ha expandido globalmente, adaptándose a diferentes culturas y expresándose a través de diversos materiales y estilos artísticos.
La instalación del nacimiento en la Curia arzobispal no solo representa la continuación de esta tradición centenaria, sino que también sirve como recordatorio del mensaje original de humildad y amor que san Francisco buscaba transmitir hace 800 años en aquella noche de Navidad en Greccio.
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