Una nueva investigación realizada por científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Facultad de Medicina de Harvard revela que la citocina IL-17, conocida por su papel clave en la defensa del organismo frente a infecciones, también influye directamente en el funcionamiento del cerebro y los cambios de comportamiento.
¿Qué es la IL-17 y por qué es importante?
La interleucina 17 (IL-17) es una molécula producida por el sistema inmunológico para combatir infecciones. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que esta citocina también actúa como un puente entre el sistema inmune y el sistema nervioso, provocando respuestas emocionales y conductuales.
La IL-17 y su impacto en la ansiedad y la sociabilidad
Según el estudio, la IL-17 puede tener efectos distintos dependiendo de su ubicación en el cerebro:
- En la amígdala, estructura cerebral asociada al procesamiento de emociones como el miedo y la ansiedad, la IL-17 puede inducir ansiedad, especialmente durante episodios infecciosos. Esta respuesta emocional podría tener una función protectora al mantener a las personas enfermas alejadas de otras, reduciendo así la propagación del patógeno.
- En la corteza cerebral, particularmente en la región conocida como S1DZ, la IL-17 parece fomentar la sociabilidad, regulando la actividad neuronal.
Cambios conductuales y conexión con el autismo
En estudios previos con ratones, los investigadores Gloria Choi y Jun Huh encontraron que la sobreactivación de las neuronas en la región S1DZ a causa de infecciones podría estar relacionada con síntomas similares al autismo, como conductas repetitivas y menor interacción social.
Estos efectos estarían mediados por los receptores de IL-17 (IL-17RA e IL-17RB), identificados en dicha región cortical. La interacción de la IL-17E con estos receptores reduce la excitabilidad neuronal, lo que explicaría los cambios conductuales observados.
Un enfoque terapéutico innovador: influir en el cerebro a través del sistema inmune
Gloria Choi destaca la relevancia del hallazgo:
“Esta molécula se convirtió en un vínculo que conecta la activación del sistema inmunológico, manifestada como fiebre, con cambios en la función cerebral y en el comportamiento”.
La investigación sugiere que, en lugar de intervenir directamente sobre el cerebro, una nueva vía terapéutica podría consistir en modular el sistema inmunológico para tratar trastornos del comportamiento o del estado de ánimo.
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