Hay cadenas que nos hacen esclavos, nos devoran energía incluso nos empujan al consumismo y socavan nuestra autoestima, pero hay una luz al final del túnel: existe un remedio eficaz para combatirlas, expresó el Papa Francisco durante el Ángelus del último domingo de enero.
Las “adicciones” y las “modas” son para el Papa las dos cadenas más fuertes que pueden apresar nuestro corazón, pero no las únicas.
El Papa este mediodía, asomado desde el balcón pontificio, también ha agregado a la lista de estas cadenas que atentan contra nuestra libertad, las “tentaciones”, el “miedo”, la “intolerancia” y la “idolatría del poder”: “También están las tentaciones y los condicionamientos que socavan la autoestima, la serenidad y la capacidad de elegir y amar la vida; otra cadena: el miedo, que hace mirar al futuro con pesimismo, y la intolerancia, que siempre echa la culpa a los demás; y luego está una cadena muy fea, la idolatría del poder, que genera conflictos y recurre a las armas que matan o se sirve de la injusticia económica y de la manipulación del pensamiento. Tantas cadenas, tantas están en nuestra vida”.
La advertencia de Papa en este último domingo de enero es “no dialogar con el diablo”: “Tened cuidado: con el diablo no se dialoga, porque si entráis en diálogo con él, él gana, siempre”.
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