No es un secreto que Puebla posee una riqueza patrimonial envidiable y a nivel mundial reconocida como un lugar con historia, tradición y cultura, donde lo arquitectónico forma un papel fundamental en el trazado, edificación y creación de cada monumento que la embellece y hace única. Edificaciones y construcciones que invitan a locales y visitantes a adentrarse, recorrer y admirar una de las ciudades más bellas del mundo.
Les presento la segunda parte de los monumentos emblemáticos de Puebla:
El Colegio del Espíritu Santo fue fundado en 1580 gracias al apoyo del benefactor Melchor de Covarrubias, comerciante de grana, quien donó 88, 869 pesos para la causa. Sobresalen el antiguo laboratorio de física, actualmente conocido como “Salón Barroco” y donde fue colocada la extraordinaria sillería del Antiguo Colegio de San Pantaleón; y el Paraninfo que posee una sillería y tribuna provenientes del antiguo Colegio de San Ildefonso.
Este es uno de los pocos edificios que hasta nuestros días, conserva su vocación original. Resguarda también gran parte del acervo bibliográfico jesuita en la Biblioteca José María Lafragua, que incorporó ejemplares durante el siglo XIX adquiridos por la herencia que este personaje dejó en su testamento para este fin.
Uno de los conventos donde se hacían más solicitudes de ingreso, era el de la Limpia Concepción, por lo que se hizo necesaria una segunda fundación de concepcionistas. El nuevo convento, se dedicó a la protección de la Santísima Trinidad, y para su fundación en 1619 se trasladaron dos religiosas del convento de la Limpia Concepción.
La fachada de la iglesia del ex Convento de la Santísima Trinidad fue renovada en 1931 para celebrar los 400 años de la Fundación de la Ciudad, por lo que se colocó un mosaico de Talavera que muestra el establecimiento del primer sitio fundacional de Puebla. La iglesia es uno de los puntos más referenciados de la ciudad en los documentos novohispanos, por ser el sitio en el cual se colocaban los arcos triunfales que servían para recibir a los personajes ilustres, como el que se instaló en 1864 por la visita del archiduque de Austria, Maximiliano y su esposa.
En 1626, el regidor Juan de Narváez, solicitó al virrey permiso para “hacer alhóndiga en donde entre y se venda el trigo, harina, maíz y cebada y otras semillas que se traen a la dicha ciudad para el proveimiento de ella”. Para la construcción de la alhóndiga se destinó un terreno a espaldas de los Portales de la Audiencia, hoy Portal Hidalgo. En las últimas décadas del virreinato la alhóndiga dejó de utilizarse.
En las primeras décadas del siglo XIX, con los sitios militares de 1833 y 1834, este lugar volvió a su función original. En este lugar se celebró un baile de cumpleaños para la emperatriz Carlota, el 7 de junio de 1864, así como también las festividades durante la visita del presidente Porfirio Díaz en 1896. Su interior fue modificado, considerables veces, permaneciendo únicamente su fachada original elaborada en cantera gris, que también ha sido movida varias veces.
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