Mar-a-Lago, mansión cateada por FBI “lo más cercano al paraíso”

En Estados Unidos existe una casa de retiro para los presidentes llamada “Camp David” (en Maryland), que es técnicamente una instalación militar y está provista de lo necesario para proteger a los jefes de Estado; pero como Trump repitió en varias ocasiones que viajaría con frecuencia a Mar-a-Lago, el complejo hotelero se convierió en un fortín de seguridad.

Tres embarcaciones llenas de piedra fueron traídas de Génova, Italia, para la construcción de las paredes exteriores, arcos y parte del interior en la década de 1920.

Marjorie Meriweather Post instaló en la casa aproximadamente 36.000 azulejos que habían sido recolectados desde principios del siglo XIX.

Se utilizaron 204 metros cuadrados de mármol blanco y negro de un antiguo castillo en Cuba, que fueron usados para el piso del comedor.

Post, dueña de la fortuna de la empresa de cereales Post, donó la propiedad al gobierno federal antes de fallecer en 1973.

Cuando Trump compró el espacio, se construyó un salón de baile de más de 1.800 metros cuadrados.

A mediados de los 80, la llegada de Trump a Palm Beach no fue bien recibida por algunas familias pertenecientes a la clase alta de Florida.

El empresario le compró la propiedad al gobierno estadounidense por menos de US$10 millones, señaló la prensa.

Según reportó The New York Times, Mar-a-Lago fue el primer complejo hotelero de toda la isla en recibir como miembros a una pareja gay y admitió a judíos y afroestadounidenses, comunidades excluidas en otros clubes de este tipo.

Pero poco a poco el complejo hotelero se fue consolidando en la zona y, tras la elección de Trump como presidente, adquirió un valor agregado que no tiene ningún otro club. A partir de enero, la membresía subió de US$100.000 a US$200.000, según reportaron medios estadounidenses.

Una posible cercanía entre el presidente y los millonarios que asisten a su club supone para algunos un conflicto de interés.

Dos senadores demócratas exigieron que Trump publique una lista con los nombres de los miembros de Mar-a-Lago, tras argumentar que más de uno podría obtener acceso al presidente en su “Casa Blanca de Invierno”. “Se va a convertir en un refugio privado para ir a buscar favores políticos”, expresaron en una carta los representantes Sheldon Whitehouse (Rhode Island) y Tom Udall (Nuevo México).

Jeff Greene, miembro del club que votó por la demócrata Hillary Clinton y fue candidato al Senado de Florida, le dijo a The New York Times que las visitas de Trump al resort serán “como ir a Disneylandia sabiendo que Mickey Mouse va a estar allí todo el día”.

Mar-a-Lago, “Lo más cercano al paraíso”

A principios de los 90, Trump entró en dificultades financieras por la caída de los precios de los inmuebles y el fracaso de varios de sus negocios y le dijo al ayuntamiento que no podía hacerse cargo de los US$3 millones anuales que costaba el mantenimiento.

“Mar-a-Lago es lo más cercano al paraíso. Lo dice Trump y yo estoy de acuerdo”, sostiene Ron Kessler, que ha visitado el lugar en varias ocasiones.

“Cualquiera que está allí queda deslumbrado por la belleza, el follaje, el agua a los dos lados de la isla, el beach club que está en el océano, las dos piscinas climatizadas a unos 25 grados todo el año, la comida, las bebidas… es espectacular, una maravilla”.

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