La vida de Edith Piaf, una vida que no fue rosa

Édith Giovanna Gassion, mejor conocida artísticamente como Edith Piaf, nació en París Francia un 19 de Diciembre de 1915. Hoy se cumplen 107 años de su nacimiento

Edith fue grande, pero en la vida era inmensa para ella. Su estatura de 1.47 m no le impidió ser un gigante en los escenarios y un pequeño gorrión en los vaivenes del amor.

Su vida estuvo marcada por la desdicha desde su más tierna infancia, lo que ejerció una influencia decisiva sobre su estilo interpretativo, lírico y desgarrado al mismo tiempo. Su aspecto desvalido le valió el nombre por el que es universalmente conocida: Piaf (« porque cantaba como un gorrión»).

Tuvo una infancia muy triste.

Su padre era acróbata y para celebrar el nacimiento de su hija, se emborrachó, y abandonó a su madre, que era cantante ambulante Sin apoyo, tuvo que afrontar el parto sola. Salió a la calle por sus propios medios, pero no consiguió llegar al hospital,y Édith nació en plena calle debajo de una farola frente al número 72 de la calle de Belleville, en París.

Sus padres se separaron muy pronto; la madre, alcoholizada pobre y enferma, dejó la custodia de Edith a su abuela paterna de origen argelino,​ quien en vez de darle leche en el biberón, la alimentaba con vino, con la excusa de que así se eliminaban los microbios. Se la entrega a su padre quien fue a la Primera Guerra Mundial y la llevan con la abuela materna, quien era dueña de un prostíbulo donde es criada por las mujeres que trabajaban ahí.

Al finalizar la Primera Guerra Mundial, su padre regresa y la lleva consigo a vivir la vida de los artistas de los pequeños circos itinerantes, luego la del artista ambulante, independiente y miserable. Édith revela su talento y su excepcional voz en las canciones populares que canta por las calles junto a su padre, tal como su madre lo hacía. A los 14 años se separa de su padre.

Cuando tenía 16 años, se quedó embarazada. En 1932 tuvo una hija a la que llamó Marcelle, pero murió a los dos años. La vida de la cantante quedó marcada por esta tragedia. Siguió cantando en cafés y clubes de la calle Pigalle, en el mundo que rodeaba a los barrios menos recomendables del París de la época.

Su vida cambió cuando, cantando en la calle, un transeúnte muy elegante se paró a escucharla. Ese hombre resultó ser Louis Leplée, propietario del cabaret Gerny’s, uno de los más conocidos de París. Tras una pequeña prueba, Edith fue contratada de inmediato. Su éxito no tardó en llegar y fue conocida como “Môme Piaf” (“pequeño gorrión”). El propio Leplée instruyó a Edith para convertirla en una gran figura del cabaret. Era 1937, y había nacido una nueva estrella: Edith Piaf.

Pero la vida la volvía a regresar a la tragedia, ya que Leplée fue encontrado muerto de un disparo en el club que regentaba y la cantante fue sospechosa del asesinato. La prensa la acusó y la sociedad elitista parisina le volvió la espalda. Volvió a mezclarse con lo peor de los barrios bajos de París, cantando en tugurios y llevando una vida desordenada.

Tras la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en la musa de poetas e intelectuales del París existencialista y se ganó la admiración incondicional del público, volvió a los grandes escenarios de Francia, de Europa y de América. Se hizo amiga de la actriz Marlene Dietrich y se convirtió en la gran dama de la canción francesa.

En el año de 1946 voló a Nueva York y conoció al amor de su vida, el boxeador Marcel Cerdan, quien murió en 1949 al estrellarse el avión en que viajaba. Esto hundió nuevamente a Edith en una profunda depresión, que superó a base de alcohol y tranquilizantes. Al mismo tiempo llegaba la época de sus grandes éxitos: La vie en rose o Les trois cloches.

En 1950 colaboró con Charles Aznavour en canciones como Jezébel; fue el año además en que triunfó en el Olympia, mientras que en 1956 lo haría en el Carnegie Hall de Nueva York. Tras un accidente que sufrió, Edith quedó maltrecha y se hizo adicta a la morfina. Una larga lista de enfermedades le fueron diagnosticadas, y en 1959 se le descubrió un cáncer.

Sus últimos años los vivió alejada de los escenarios junto a su nuevo marido, el griego Theo Lambukas. En junio de 1961 fue premiada por la Academia Charles Cros por toda su carrera artística.

Murió en Provenza, el 11 de octubre de 1963 a los 47 años de cáncer hepático. En su entierro, el cortejo fúnebre fue seguido por una multitud de 40.000 personas.

Su entierro tuvo lugar en el cementerio de Père Lachaise, en París, con el homenaje de una inmensa multitud de admiradores; se sabe que desde la Segunda Guerra Mundial no se había detenido de esa manera el tráfico de toda la ciudad, pero a pesar de su fe, se le prohibieron las exequias religiosas, debido a su condición de divorciada. Un diario del Vaticano dijo que ella vivía «en pecado público» y que era un «ídolo de la felicidad prefabricada». 

El capellán de teatro y la música, el padre de Villaret Thouvenin, le dio una bendición final.

Édith Piaf fue embalsamada antes de ser enterrada en el cementerio del Père-Lachaise junto a su padre, Louis Alphonse Gassion quien había muerto en 1944, y a su hija Marcelle, fallecida en 1935 a la edad de dos años.

tumba

Canciones famosas de Édith Piaf

La vie en rose

Con letra de la propia Piaf, el tema habla sobre cómo su amante le hace ver la vida en color rosa. Desde entonces, numerosos músicos han versionado el tema, Madonna la incluye en su gira Rebel Heart Tour. Además, da título al biopic protagonizado por Marion Cotillard.

Milord

Probablemente inspirada por su niñez en el prostíbulo de su abuela, Piaf canta en este tema sobre una “chica del puerto, una sombra de la calle” que invita a un hombre a sentarse con ella. Grabada en 1959, la canción fue un éxito en Europa.

Jezebel

Si muchas de las canciones de Piaf fueron versionadas por otros músicos, esta referencia al Antiguo Testamento es un cover que la francesa realizó de una canción estadounidense de 1951, ayudada por su colaborador habitual Charles Aznavour (quien también llegó a trabajar con Fred Astaire y Frank Sinatra).

Adieu mon coeur

En una de las baladas más lacrimógenas de su cancionero, Piaf canta sobre la despedida de dos amantes. Se trata de una canción que se puede interpretar como paralelismo de su propia vida, en la que tuvo que decir adiós no solo a sus parejas, sino a una niña a la que dio a luz en 1933 (cuando ella tenía 17 años) y que murió a los dos años de meningitis.

Les amants de Paris

Es casi imposible escuchar los acordes del comienzo de esta canción y no pensar en el París. De esa misma urbe, ciudad de la luz y del amor, Piaf sigue siendo hoy en día uno de los mayores iconos. Una de las canciones más bailables de la cantante, este tema gira, también, en torno al amor.

Non, je ne regrette rien

Ya retirada (aunque temporalmente) de la música, dos compositores consiguieron, tras varios intentos fallidos, una reunión con Piaf para ofrecerle sus canciones. Cuando consiguieron entrevistarse con la cantante, esta les dijo que les cantaran una sola canción. Non, je ne regrette rien cautivó a Édith Piaf y aún hoy es una de sus canciones más recordadas.