Thalía Becerra
La lucha libre mexicana se viste de luto tras la confirmación del fallecimiento de Rafael González López, conocido por generaciones como Rafael “El Maya”.
El icónico réferi murió a los 81 años, según un comunicado de su hijo en redes sociales. Aunque la causa exacta no fue especificada, se sabía que padecía de diabetes, una condición con la que luchó por varios años.
Su partida deja un vacío en el cuadrilátero que dirigió con firmeza y justicia durante décadas.

Una vida dedicada a la lucha libre
Rafael “El Maya” inició su carrera en 1971 como luchador, utilizando los nombres de “El Guarura” y “El Maya Azteca”. Sin embargo, fue como árbitro donde su figura se consolidó y se volvió indispensable para la afición.
Su carrera como réferi se desarrolló en el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) y en circuitos independientes, donde se ganó el respeto de luchadores y aficionados por su profesionalismo.
Fue conocido por su participación en combates como la épica lucha de máscara contra máscara entre Atlantis y Villano III en el año 2000, un evento considerado como uno de los más grandes en la historia reciente de la lucha libre mexicana.
Un referente de justicia en el ring
Rafael “El Maya” se ganó la reputación de ser el “justiciero” del ring. Su presencia firme y su carácter imparcial lo convirtieron en un favorito de la audiencia.
Incluso tuvo una breve aparición en la película “Nacho Libre” de 2006, protagonizada por Jack Black, lo que muestra la trascendencia de su figura más allá del cuadrilátero nacional.
Su muerte ha desatado una ola de condolencias de figuras prominentes de la lucha libre y de la afición, quienes lo recuerdan con cariño y respeto.

Un legado duradero
A lo largo de su carrera, “El Maya” no solo fue un árbitro, sino una institución. Su trabajo no se limitó a una sola empresa, pues también colaboró con la Triple A y otras organizaciones, demostrando su versatilidad e importancia en la industria.
Además de la diabetes, Rafael González lidiaba con otras complicaciones de salud, incluyendo problemas en la columna y retinopatía diabética que lo mantuvieron alejado de los cuadriláteros en sus últimos años.
A pesar de los desafíos, su legado como uno de los réferis más icónicos de la lucha libre mexicana permanecerá en la memoria de todos los que lo vieron impartir justicia en el ring.
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