José “Pepe” Mujica Cordano, expresidente de Uruguay, falleció a la edad de 89 años por cáncer de esófago. Destacó por su humildad, su austeridad y su defensa de la justicia social.
Un legado de humildad y austeridad
José Mujica, conocido cariñosamente como “Pepe”, trascendió las fronteras de Uruguay para convertirse en un símbolo de la política honesta y cercana a la gente. Su decisión de vivir en su modesta granja en las afueras de Montevideo, donando la mayor parte de su salario presidencial a obras de caridad, lo catapultó a la fama mundial. Su estilo de vida austero contrastaba con la imagen tradicional de los líderes políticos, ganándose el respeto y la admiración de personas de diversas ideologías.
Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo.
— Yamandú Orsi (@OrsiYamandu) May 13, 2025
De la guerrilla a la presidencia
La vida de Mujica estuvo marcada por la lucha y el compromiso político. En su juventud, formó parte del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla que luchaba contra la dictadura uruguaya. Pasó 14 años en prisión, la mayor parte en condiciones inhumanas, antes de ser liberado en 1985 con el retorno de la democracia.
Su trayectoria política lo llevó al Senado y, finalmente, a la Presidencia de Uruguay (2010-2015). Durante su mandato, implementó políticas progresistas, como la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo y la regulación del mercado de la marihuana, generando debates a nivel internacional.
Un mandatario austero: El “presidente más pobre del mundo”
Desde el inicio de su mandato José Mujica, rompió con todos los moldes. Rechazó mudarse a la suntuosa residencia presidencial Suárez y Reyes, optando por permanecer en su humilde chacra en Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, junto a su esposa y compañera de vida, Lucía Topolansky.
Su estilo de vida austero se convirtió en su sello distintivo: donaba cerca del 90% de su salario presidencial de unos $12,000 dólares a programas sociales y pequeñas empresas , y su viejo Volkswagen “Escarabajo” celeste de 1987 se transformó en un ícono mundial de su sencillez.

“Pobres son los que quieren más, los que no les alcanza nada”, solía decir, o “El problema es que nos toca vivir una época consumista, donde pensamos que triunfar en la vida es comprar cosas nuevas y pagar cuotas”.
El mundo lo bautizó como “el presidente más pobre del mundo”, un título que él rechazaba, prefiriendo definirse como “sobrio” y “liviano de equipaje”, alguien que vivía “con lo justo para que las cosas no le roben la libertad”.
Un orador inspirador
Mujica fue un orador elocuente y carismático, capaz de conectar con la gente común con su lenguaje sencillo y directo. Sus discursos en la ONU, donde criticó el consumismo y la obsesión por el crecimiento económico a expensas del bienestar humano, resonaron en todo el mundo.
“El guerrero tiene derecho a su descanso”
Tras dejar la presidencia en 2015, Mujica continuó siendo una voz influyente en la política uruguaya y un referente internacional. Ocupó una banca en el Senado, a la que renunció en 2020, alegando cansancio y los efectos de la pandemia.
La batalla final comenzó en abril de 2024 con el diagnóstico de cáncer de esófago. Aunque inicialmente prometió “dar batalla” , el tratamiento con radioterapia lo debilitó considerablemente.
En enero de 2025, con su característica franqueza, anunció la metástasis y su decisión de no someterse a más tratamientos invasivos. “Ya terminó mi ciclo”, dijo, pidiendo que lo dejaran pasar sus últimos días en paz en su chacra, cultivando crisantemos junto a Lucía.
Sus reflexiones de este período estuvieron cargadas de una sabiduría serena: “No vivas temblando frente a la muerte. Acéptala como los bichos del monte” , o “La vida es una hermosa aventura y un milagro”.
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