Las mascotas y en especial los perros se han convertido en una parte fundamental en la vida de las personas por su lealtad y amor incondicional, pero incluso después de la muerte los lomitos siguen pendientes de sus dueños a quienes guían por las 13 dimensiones, hasta llegar al final de su camino.
El Xoloitzcuintle es un ejemplo amor, esta raza ha sido venerada desde tiempos prehispánicos, pues la creencia es que estos lomitos eran guardianes de los espíritus, que guiaban a las almas de los fallecidos por el largo y difícil camino por Mictlán, la ciudad de los muertos.
La función más importante de los Xoloitzcuintles, es la de ayudar a pasar a las almas por un profundo y caudaloso rio que atraviesa la tierra de los muertos.
Si la persona en vida había tratado mal a los animales, especialmente a los perros, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar, por lo cual perecería y no sería capaz de pasar.
Sin embargo, si la persona había tratado bien a los perros cuando se encontraba con vida, el Xolo gustoso, tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.
Los Xoloitzcuintles no solamente eran valorados en el mundo espiritual, sino también cuando estaban vivos, pues eran asociados a Xolotl, el dios de la muerte, con el cual deberían ser bondadosos si querían gozar de una muerte agradecida y sin sufrimiento.
La leyenda del Xolo cuenta que si este es color negro, no podrá llevar a las almas del otro lado del río, pues su color indica que él ya se ha sumergido en el río y ha guiado ya a suficientes almas a su destino.
De igual forma, si el Xolo es blanco o de color muy claro, tampoco podría atravesar el rio, pues eso significa que es muy joven y aún no ha podido alcanzar la madurez para lograrlo.
Solamente cuando son de un color gris jaspeado, (que es lo usual en ellos) podrá llevar a cabo esta importante tarea.
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