Una grave escalada de violencia sacudió el suroccidente de Colombia, específicamente los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, dejando un saldo trágico de al menos ocho personas fallecidas y más de cuarenta heridas. Los hechos, que se registraron como una serie de ataques coordinados, incluyeron el uso de explosivos, vehículos bomba, ataques con drones y hostigamientos armados, según confirmaron las autoridades. Esta ofensiva ha sido atribuida a disidencias de las FARC comandadas por Iván Mordisco, lo que ha generado una fuerte reacción por parte del Gobierno colombiano.
La intensidad de la ofensiva: Múltiples ataques en dos departamentos
La jornada de violencia se caracterizó por la simultaneidad y diversidad de los ataques. Se reportaron un total de al menos 19 agresiones directas contra la población civil y las fuerzas de seguridad en un lapso de tiempo concentrado. De estas, doce ataques se registraron en el departamento de Cauca, una de las zonas más afectadas históricamente por el conflicto armado en Colombia, mientras que siete ataques tuvieron lugar en el departamento de Valle del Cauca.
Los métodos empleados por los agresores demostraron una capacidad de coordinación y un arsenal variado. Se utilizaron explosivos, en algunos casos a través de vehículos bomba, que causaron destrucción y víctimas. Además, se registraron ataques con drones, lo que representa una sofisticación en las tácticas de los grupos armados ilegales. También hubo tiroteos y hostigamientos armados contra diferentes objetivos, incluyendo instalaciones públicos y puntos estratégicos.
La capital de Valle del Cauca, Cali, también fue escenario de la violencia, donde cinco personas perdieron la vida en distintos eventos relacionados con esta ofensiva. Estos hechos en una de las principales ciudades del suroccidente colombiano intensificaron la preocupación por la seguridad en la región.

Ocho muertos y más de cuarenta heridos
El impacto humano de esta serie de atentados fue significativo. El reporte oficial preliminar confirmó la muerte de al menos ocho personas. Entre las víctimas mortales, se encuentran al menos dos agentes de policía, quienes perdieron la vida en el cumplimiento de su deber durante los enfrentamientos o explosiones.
Además de los fallecidos, más de cuarenta personas resultaron heridas en los diferentes municipios de Cauca y Valle del Cauca afectados por los ataques. Los heridos fueron trasladados a centros asistenciales para recibir atención médica, y la magnitud de las lesiones varía desde contusiones y heridas leves hasta traumas graves que requieren hospitalización y cirugías.
La cifra de heridos refleja la indiscriminación de los ataques, que no solo buscaban objetivos específicos, sino que también afectaron a la población civil. La violencia generó escenas de caos y miedo entre los habitantes de las zonas impactadas. Las autoridades locales y los organismos de socorro trabajaron arduamente para atender la emergencia, brindar asistencia a las víctimas y asegurar las áreas afectadas.
Atribución y contexto: La reacción de las disidencias de las FARC
Las autoridades colombianas han atribuido la autoría de estos ataques coordinados a las disidencias de las FARC que operan bajo el mando de Iván Mordisco. Este grupo, que se ha negado a acogerse a los procesos de paz o que ha abandonado acuerdos previos, mantiene una fuerte presencia en el suroccidente del país, financiándose principalmente a través de economías ilícitas como el narcotráfico y la minería ilegal.
El Ministerio de Defensa de Colombia se pronunció sobre los hechos, calificándolos como una “reacción desesperada de los grupos armados ilegales”. Según la interpretación oficial, esta ofensiva es una respuesta directa a las “operaciones contundentes de la fuerza pública” que, en las últimas semanas y meses, han logrado golpear significativamente las estructuras criminales y las economías ilícitas de estos grupos.
La presión militar y policial sobre las disidencias de las FARC habría llevado a esta escalada de violencia como una muestra de fuerza y un intento de desestabilización. Este contexto sugiere una fase de recrudecimiento del conflicto en el suroccidente de Colombia, donde la presencia de estos grupos armados ilegales sigue siendo un desafío considerable para la seguridad del Estado y la protección de los derechos humanos de la población.

La respuesta del estado y los desafíos para la paz
Ante esta serie de atentados, el Gobierno colombiano ha reiterado su compromiso con la seguridad y la lucha contra los grupos armados ilegales. Se espera que las autoridades intensifiquen las operaciones militares y de inteligencia en la región para dar con los responsables de estos ataques y desmantelar las redes criminales.
La situación en Cauca y Valle del Cauca pone en evidencia los persistentes desafíos para la consolidación de la paz en Colombia. A pesar de los esfuerzos por la reconciliación y la búsqueda de salidas negociadas al conflicto, la presencia y acción de grupos como las disidencias de las FARC demuestran la complejidad del panorama de seguridad y la necesidad de una estrategia integral que combine la fuerza legítima del Estado con oportunidades de desarrollo y atención social.
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