Gabriela García
En la Catedral Basílica de Puebla el Arzobispo Víctor Sánchez Espinosa encabezó la escenificación del Viernes Santo, que por segunda ocasión se realizó a puerta cerrada y con una reducida presencia de fieles por la pandemia de Covid-19.
Este año, al igual que ocurrió en 2020, no hubo Procesión del Silencio con las imágenes de Jesús de las Tres Caídas del Templo de Analco, Jesús Nazareno de San José, La Virgen de los Dolores del Carmen, la Virgen de la Soledad del Templo de la Soledad, el Señor de las Maravillas y el Niño Doctor de Tepeaca en las calles de la ciudad, sino que el acto se desarrolló en el Altar Mayor del templo religioso más importante de Puebla.
Para evitar la movilidad de los asistentes, desde su lugar el líder de la grey católica recordó con una serie de catorce imágenes los diferentes momentos vividos por Jesús desde su detención hasta su crucifixión, sepultura y posterior resurrección.
Al término del Viacrucis, el arzobispo de Puebla señaló que como cada Viernes Santo la comunidad católica acompañó a Jesús en su camino al Calvario y pidió a la población seguir reflexionando en el misterio de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Finalmente, el líder de la grey católica precisó que a las 6 de la tarde se realizarán los oficios litúrgicos propios del Viernes Santo y posteriormente se llevará a cabo el Rosario del Pésame a la Virgen de la Soledad.