¡A jugar se ha dicho!  Un viaje nostálgico por los juegos que marcaron la infancia Mexicana

La infancia en México durante las décadas de los 90 y principios de los 2000 fue una época dorada de juegos y aventuras al aire libre, donde la imaginación era el único límite. Lejos de las pantallas táctiles que dominan el presente, los niños de entonces encontraban la diversión en la interacción física, la creatividad y la sana competencia.

La Calle como Escenario Principal: Juegos que Desafiaban la Energía

La calle era el patio de juegos predilecto. Sin necesidad de costosos aparatos electrónicos, los niños se organizaban para dar vida a juegos que fomentaban la actividad física, la estrategia y el trabajo en equipo.

  • Las Canicas: Un clásico atemporal. Con diferentes tamaños y colores, las canicas eran tesoros preciados. Los niños competían en círculos trazados en la tierra, intentando sacar las canicas de sus oponentes con tiros certeros. Este juego desarrollaba la puntería, la estrategia y la habilidad manual.
  • El Trompo: Otro emblema de la época. Enrollar la cuerda con destreza y lanzarlo con fuerza para hacerlo girar era todo un arte. Las competencias de quién lo hacía girar por más tiempo o realizar trucos como “la cobra” eran emocionantes. El trompo cultivaba la coordinación ojo-mano y la paciencia.
  • El Yoyo: Similar al trompo en su mecánica, el yoyo ofrecía un sinfín de trucos y movimientos que los niños aprendían y compartían con entusiasmo. Desde el simple “dormilón” hasta figuras más complejas, el yoyo era un símbolo de habilidad y destreza.
  • El Resorte: Dos participantes sostenían los extremos de una liga elástica con sus piernas, mientras un tercero saltaba realizando diferentes secuencias y figuras. Este juego mejoraba la coordinación, el ritmo y la agilidad.
  • Las Escondidas: Un juego universal que en México se vivía con gran intensidad. Buscar el mejor escondite y evitar ser encontrado fomentaba la estrategia, la observación y la emoción de la persecución.
  • Los Encantados: Un juego de persecución donde el que era tocado quedaba “congelado” hasta que otro compañero lo “desencantaba”. Promovía la velocidad, la agilidad y el trabajo en equipo para liberar a los compañeros.
  • El Stop: Tras gritar “¡Stop!” después de que alguien era alcanzado con una pelota, se debían realizar carreras para pisar al jugador antes de que este dijera el nombre de alguien más. Desarrollaba la rapidez mental y física.

Más Allá de la Calle: Juegos de Mesa y Juguetes que Despertaban la Mente

Aunque la calle era el centro de la diversión, los juegos de mesa y ciertos juguetes también tenían un lugar especial en el corazón de los niños.

serpientes y escales
Serpientes y Escaleras: Un juego de mesa clásico que enseñaba sobre las recompensas
y los retrocesos de la vida
  • Serpientes y Escaleras: Un juego de mesa clásico que enseñaba sobre las recompensas y los retrocesos de la vida de una manera sencilla y entretenida. La suerte y la estrategia se combinaban en cada tirada de dados.
  • La Lotería: Un juego tradicional mexicano que reunía a familias enteras. Cantar las cartas con sus pintorescas imágenes y llenar la tabla antes que los demás era motivo de celebración. Fomentaba la atención, la memoria y la sana competencia.
  • Los Bloques de Construcción (Lego): Aunque trascendieron las décadas, en los 90 y 2000 vivieron un auge importante. Permitían a los niños construir mundos imaginarios, desarrollando su creatividad, la lógica espacial y la resolución de problemas.
  • Las Barbies y los G.I. Joe: Estos juguetes icónicos representaban roles y aventuras, estimulando el juego de simulación y la imaginación. Las niñas creaban historias elaboradas con sus Barbies, mientras que los niños planeaban misiones con sus figuras de acción.
  • Los Tazos: Llegados de la mano de las papas fritas, los tazos se convirtieron en una fiebre colectiva. Coleccionarlos, intercambiarlos y jugar “volados” eran actividades cotidianas en los recreos escolares. Aunque efímeros, dejaron una huella imborrable en la memoria de muchos.

Estos juegos no eran solo una forma de pasar el tiempo; jugaron un papel crucial en el desarrollo físico, social, emocional y cognitivo de los niños. La actividad física constante prevenía el sedentarismo, mientras que la interacción con otros niños fomentaba habilidades sociales como la comunicación, la negociación, la cooperación y el manejo de conflictos. La necesidad de seguir reglas, esperar turnos y aceptar la victoria o la derrota eran lecciones valiosas para la vida.

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La estrategia presente en juegos como las canicas, el stop o los juegos de mesa estimulaba el pensamiento lógico y la planificación. La imaginación se desbordaba en juegos de simulación y construcción, nutriendo la creatividad y la capacidad de inventar historias.

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