San Ignacio de Antioquía: El primer testigo de Fe en el Coliseo de Roma

San Ignacio de Antioquía: Un Mártir del Siglo I

Hoy recordamos a San Ignacio de Antioquía, un valiente obispo y mártir cristiano del siglo I.

Nació alrededor del año 35 d.C., Ignacio fue discípulo de los apóstoles Pedro y Juan, y se convirtió en el tercer obispo de Antioquía.

Famoso por sus cartas llenas de fe y sabiduría, San Ignacio nos dejó escritos que muestran su profundo amor por Cristo y su deseo de fortalecer a las primeras comunidades cristianas.

El primer testigo de Fe en el Coliseo de Roma

Durante la persecución del emperador Trajano, Ignacio fue arrestado y llevado a Roma, donde enfrentó el martirio con valentía.

Era el año 106, tiempos en que la sed de sangre cristiana de los emperadores romanos estaba más viva que nunca.

Trajano había triunfado sobre Decébalo, rey de Tracia, y – ciertamente inspirado por el demonio – no se le ocurrió mejor manera de agradecer a los ‘dioses’ a los que supuestamente debía la victoria, que organizar una nueva persecución contra los seguidores de Jesús, que justamente negaban el culto a esas demoníacas divinidades.

Entre los capturados por esta persecución se hallaba un venerable anciano, llamado Ignacio, cuya presencia además traía el aroma de los mismos apóstoles, pues había sido discípulo de San Juan Evangelista y había sido designado obispo por el propio San Pedro: era Ignacio, el obispo de Antioquía, protagonista de nuestra historia.

Trajano ordenó entonces que el obispo de Antioquía fuese hecho prisionero, y encadenado llevado a Roma con una escolta de 10 soldados.

En Roma sería uno más de aquellos héroes que regaría con su sangre las amarillas y ensangrentadas arenas del Coliseo.

San Ignacio de Antioquia
San Ignacio de Antioquía, detuvo a leones con su mano, creador del apelativo “Iglesia Católica”

Las fieras se detienen

El santo levanta su mano, y con este acto menor ejerce su imperio sobre la naturaleza; los leones se detienen. Entonces se arrodilla, eleva sus brazos al cielo, y clama en alta voz la generosa oración: “Señor, aquellos que me acompañaron y que son también vuestros hijos, me pidieron que rezase a fin de que algo les sobre de este martirio [ndr. Habían pedido conservar reliquias suyas], para estímulo de su fe. Yo, sin embargo, desearía ser triturado como el trigo para seros ofrecido como hostia pura. Señor, haced su voluntad y también la mía, yo os pido”.

Poco después, las fieras, que habían sido ‘hipnotizadas’ por la acción del santo, retoman su naturaleza y ejecutan sus pasiones.

La multitud que normalmente salía embriagada, excitada y alegre con ese tipo de horrores, esta vez parte frustrada, incomodada, como sintiendo su sucia complicidad en la maléfica orgía.

Cartas de San Ignacio de Antioquía

En sus últimas cartas, alentó a los cristianos a mantenerse firmes en su fe y abrazar el amor a Dios por encima de todo.

Durante su periplo a Roma escribió San Ignacio 7 cartas, una por cada iglesia que fervorosamente lo había recibido. Son de tal altura, que fueron llamadas de “segunda formulación de la doctrina cristiana”.

Hoy se recuerda la importancia de la fe y el valor de testimoniar a Cristo, incluso en tiempos difíciles.

Curiosidades sobre San Ignacio de Antioquía

Aquí te compartimos algunas curiosidades sobre San Ignacio de Antioquía que pueden resultar interesantes:

🔹 Discípulo de los Apóstoles: Se dice que San Ignacio fue discípulo directo de San Pedro y San Juan, lo que le dio un conocimiento y un fervor muy cercano a las enseñanzas originales de Cristo.

🔹 El primero en llamar a la Iglesia “católica”: En una de sus cartas, San Ignacio usó por primera vez el término “católica” (que significa “universal”) para referirse a la Iglesia. Esta expresión muestra su visión de una fe unida y extendida por todo el mundo.

🔹 Su deseo de martirio: En sus cartas, Ignacio expresa su deseo de ser mártir por Cristo. Escribió que no deseaba que los cristianos intervinieran para salvarlo, ya que consideraba el martirio como una oportunidad para unirse plenamente con Jesús.

🔹 Cartas llenas de enseñanzas: Durante su viaje a Roma para ser martirizado, San Ignacio escribió siete cartas dirigidas a distintas comunidades cristianas, como las de Éfeso y Roma. En ellas, abordó temas de unidad, fe y perseverancia, convirtiéndose en textos fundamentales para la Iglesia primitiva.

🔹 Sus restos en la Basílica de San Clemente: Tras su martirio, se dice que sus restos fueron trasladados a Antioquía y luego a Roma. Actualmente, parte de ellos se encuentran en la Basílica de San Clemente, en Roma.

🔹 Símbolo de la devoción eucarística: San Ignacio de Antioquía enfatizaba la importancia de la Eucaristía y el papel de los obispos en la unidad de la Iglesia. Esto lo convierte en un símbolo importante para la devoción eucarística en la tradición católica.

San Ignacio de Antioquía sigue siendo una figura inspiradora por su valor y su amor inquebrantable a Cristo.

Su vida y sus escritos continúan guiando a los cristianos en todo el mundo, siglos después de su muerte.

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