¿Por qué los perros inclinan la cabeza cuando les hablas?

La escena no extrañará a quien ha convivido con un perro: cuando le hablamos, inclina su cabeza hacia un lado.

Este adorable gesto, sin embargo, intriga a los amantes de los animales. ¿Por qué lo hace? Los expertos caninos tampoco se ponen de acuerdo: las razones van desde que así el perro nos oye mejor (dirige los oídos hacia la fuente de voz), hasta que los lomitos ladean la cabeza porque su hocico les impide vernos los labios cuando les hablamos.

¿Tu mascota ladea la cabeza para entenderte mejor?

Algunos expertos sugieren que los perros inclinan la cabeza con el fin de escuchar mejor lo que les decimos. Esta teoría es la que sostiene, entre otros, la psicóloga experta en canes Alexandra Horowitz, autora de ‘En la mente del perro’ (RBA, 2011). En otras palabras, el peludo amigo movería su cabeza para adaptar sus pabellones externos del oído a la dirección de nuestra voz y, de este modo, escucharnos mejor.

Los canes reconocen cerca de 165 palabras humanas (algunos más) y son capaces de contar hasta cinco, concluyen investigaciones recientes. Entonces, no sería extraño que ladeen la cabeza para distinguir mejor algunos de estos vocablos y expresiones claves del idioma humano, como “¡Es la hora de la comida!” o “¿Quieres salir a la calle?” “Dónde está tu pelota?”

“Cuando un perro inclina la cabeza trata de identificar palabras y entonaciones familiares, que el animal asocia a determinadas actividades, como salir al parque, traer su juguete, obtener un premio comestible”.

Este adorable gesto, además, no suele tardar en causar efecto positivo en su interlocutor. ¿Quién no puede resistirse ante la cautivadora estampa de un perro que nos mira con semejante expresión de atención? Esto explicaría, en consecuencia, que el animal no dude en repetirlo: las recompensas y muestras de cariño obtenidas por parte de su amigo de dos piernas son un atractivo y, además, un acicate que fortalece la comunicación entre canes y personas.

Otras versiones

“Cualquiera de nosotros puede experimentarlo dice el investigador Stanley Coren, de la Universidad de British Columbia (Canadá): pruebe a colocar su nariz dentro de su mano enrollada en forma de puño; eso le permitirá ver el mundo del mismo modo que un perro con hocico”, invita Coren.

Una vez realizado este intento frente a una persona que habla, no es difícil entender cómo la visibilidad de la cara del que habla se reduce. Pero, ¿qué ocurre si uno ladea su cabeza, igual que haría un perro mientras le hablamos? Entonces, ¡el campo de visión crece y es más difícil perder de vista la boca de quien charla!

Este científico apoya su versión con un experimento, realizado con 582 canes. Sus dueños fueron preguntados acerca de los ladeos de cabeza de sus peludos compañeros. ¿Cuáles fueron los resultados? El 60% de los perros mueve su cabeza de forma habitual cuando las personas les hablamos.

Un estudio de la Universidad de Budapest publicado en la revista “Science” dice que este comportamiento es muy habitual en los perros (aunque no todos lo hacen) y denota una capacidad memorística y de concentración sobresaliente.

Los investigadores dieron con este hallazgo por casualidad mientras realizaban un estudio en perros con grandes aptitudes para aprender palabras. La mayoría de perros no puede memorizar ni siquiera los nombres de sus juguetes, pero los sujetos del estudio —todos de la raza Border Collie— sabían identificar, al menos, 10 objetos. Incluso hubo un perro superdotado capaz de traer 54 de los 59 juguetes de los que se le había enseñado el nombre. 

Durante varios meses, los científicos pusieron a prueba sus habilidades para aprender y recordar las etiquetas de los juguetes, con un grupo de control formado por 33 perros “comunes”. Los dueños de los animales colocaron juguetes en una habitación contigua y pidieron a los perros que los trajeran indicándoles sus nombres. Sólo siete perros superdotados fueron capaces de aprender y recordar los nombres rápidamente. Y todos ellos tenían algo en común: la inclinación de la cabeza.

“El patrón era demasiado consistente para ser pura coincidencia, así que decidimos investigarlo”, explica Andrea Sommese, especialista en conducta animal de la Universidad de Budapest. Una búsqueda rápida en Internet sobre el motivo de este comportamiento arrojaba especulaciones como que los perros lo hacen para agudizar el oído o que se trata de un mecanismo para resultar más adorables y ganarse, así, el favor de los humanos.

No obstante, la literatura científica sobre el tema era muy escasa.