En el texto del Ángelus preparado por el Pontífice, Francisco recuerda que en la enfermedad nada puede impedir amar y rezar, exhorta a mirar a quien está junto a nosotros en la prueba, reflejo de la luz de Dios. Por último, agradeció a los niños que fueron al Hospital Gemelli para estar cerca de él y un pensamiento para la Iglesia sinodal, cada vez más en camino. En su corazón también los países devastados por la guerra.
Es la luz que transforma, que deslumbra, que se hace caricia en el dolor la que guía el pensamiento del Papa en el Ángelus que él preparó, en este segundo domingo de Cuaresma. Es la luz de la Transfiguración de Jesús que hace visible una de las verdades más grandes a los discípulos que le siguen en el monte: «detrás de los gestos -destaca Francisco- que Él realiza en medio de ellos», está «la luz de su amor infinito».
El tiempo de la prueba
Un amor que el Papa siente en un tiempo de prueba, y me uno a tantos hermanos y hermanas enfermos: frágiles, en este momento, como yo.
Nuestro físico es débil, pero, aun así, nada puede impedirnos amar, rezar, donarnos, ser los unos para los otros en la fe, signos luminosos de esperanza.
Rayos de amor de Jesús
¡Cuánta luz brilla, en este sentido, en los hospitales y en los lugares de asistencia! ¡Cuánta atención amorosa ilumina las habitaciones, los pasillos, los consultorios, los lugares donde se realizan los servicios más humildes! Por eso, quisiera invitarlos, hoy, a que se unan a mí para alabar al Señor, que nunca nos abandona y que, en los momentos de dolor, pone a nuestro lado personas que reflejan un rayo de su amor.
Y Francisco agradece a quienes le asisten «con tanta dedicación», siente cerca de él a un pueblo que reza incesantemente por su salud; desde los más pequeños hasta los mayores.
Sé que muchos niños rezan por mí; algunos de ellos han venido aquí al Gemelli como signo de cercanía. ¡Gracias, queridos niños! El Papa los ama y espera siempre encontrarlos.
El recuerdo de los países heridos por los conflictos
También desde el Hospital Gemelli lleva en el corazón a los países «heridos por la guerra: la martirizada Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, la República Democrática del Congo».
Una Iglesia cada vez más sinodal
Finalmente, en el texto del Ángelus, el Papa recuerda el recorrido, aprobado por él mismo, para acompañar a las Iglesias en la aplicación del documento final del Sínodo 2024 y caminar hacia una Asamblea Eclesial en 2028.
Y rezamos por la Iglesia, llamada a traducir en opciones concretas el discernimiento realizado en la reciente Asamblea sinodal. Agradezco a la Secretaría General del Sínodo, que en los próximos tres años acompañará a las Iglesias locales en este compromiso.
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— Carlos Martin Huerta (@carlosmartinh) March 15, 2025