Rocío González Galván.
Suceda lo que suceda a tu alrededor, no te lo tomes personalmente. Hagan lo que hagan los demás, no lo hacen por ti: lo hacen por ellos mismos. Digan lo que digan, no se trata de lo que tú eres, sino de lo que ellos son.
Si alguien en la calle que no conoces te dice: “Eh, eres un estúpido”, no se refiere a ti, sino a su visión personal del mundo. Si te lo tomas personalmente, tal vez te creas que eres un estúpido. Quizás te tortures preguntándote a ti mismo: “¿Cómo lo sabe? ¿Acaso es evidente lo estúpido que soy?” Te lanzan veneno emocional, te lo tomas y lo conviertes en tu propio veneno.
Si te tomas las cosas personalmente, estarás de acuerdo con cualquier cosa que te digan. Pensarás que tú inspiras o eres parcialmente responsable de cualquier insulto, gesto descortés o acto violento que te dirijan.
La verdad es que las palabras ofensivas, los malos modales o los golpes hablan más de quienes los emplean que de aquellos que los reciben. La mujer de un marido golpeador soporta la humillación mientras cree que ella es responsable de los ataques de ira de su compañero. Se toma las cosas personalmente, siente culpa y vergüenza de sí misma, y asume que merece el castigo. Cuando se da cuenta que la situación se origina en la locura de su marido, y no en sí misma, es capaz de parar el maltrato. Puede defenderse, echar al agresor de la casa, o tomar sus cosas y marcharse.
El motivo de que nos tomemos las cosas personalmente es “la importancia personal“. Consideramos que todo gira a nuestro alrededor, y que somos responsables de todo lo que sucede. Sin embargo, “nada de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos en nuestro propio sueño, en nuestra propia mente. Los demás están en un mundo completamente distinto de aquel en que vive cada uno de nosotros”, dice Miguel Ruiz.
“Si alguien te da su opinión y te dice: “Oye, estás muy gordo”, no te lo tomes personalmente, porque la verdad es que se refiere a sus propios sentimientos, creencias y opiniones.
Cuando te tomas las cosas personalmente, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus creencias y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena porque sientes la necesidad de tener razón y de que los demás estén equivocados”.
Incluso si recibes elogios, no te los tomes personalmente. “Si alguien te dice que eres maravilloso, no lo dice por ti”, señala Ruiz. “Tú sabes que eres maravilloso. No necesitas que otras personas te lo digan para creerlo”. Y si solamente te puedes sentir maravilloso cuando otras personas lo digan, terminarás esclavizado de la aprobación ajena.
Cuando comprendas esto, de verdad, y te niegues a tomarte las cosas personalmente, será muy difícil que los comentarios insensibles o los actos negligentes de los demás te hieran: “Alguien pueden enviarte veneno emocional en forma intencionada, pero si no te lo tomas emocionalmente, no te lo tragarás. Viajarás por todo el mundo con el corazón abierto por completo y nadie te herirá”.
Por eso, no te tomes nada personalmente. Cuando te acostumbres a no tomarte nada personalmente, no necesitarás depositar tu confianza en lo que hagan o digan los demás. Bastará con que confíes en ti mismo para elegir con responsabilidad.