Mi pareja mi espejo. Por Rocío González Galván

Mi verdadero dolor en mi relación de pareja es mi miedo a verme a mí mismo.

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1. Necesidad de ser útil: 

Busco ser indispensable cuando creo que, si no soy útil, me van a dejar. Si he tenido que cuidar de mis padres y termino dando más de lo que recibo, de esta manera descompenso la relación. Me digo a mí misma: «Valgo si me necesitan». Termino estableciendo relaciones madre/hijo o padre/hija. Ej: Mi mujer ya es tan independiente que no me necesita… y mi mamá Sí me necesita.

2. Dependencia de la pareja: 

Cedo mi voluntad, volviéndome el niño o la niña indefensa que necesita ser cuidado y atendido. Cada día mis demandas son más grandes, por más que mi pareja haga esfuerzos para satisfacer mis necesidades, nunca estoy satisfecho porque en el fondo lo que anhelo, es el amor de mis padres. Ej: Lo que mis Padres no me dieron, lo busco en mi Pareja o Amante.

3. Recibo maltrato: 

Si rechazo a uno de mis padres o soy indiferente o bien siento resentimiento hacia ellos, me puede atraer una persona con la misma violencia interna; es decir, si fui maltratada y nunca pude defenderme, guardo un profundo resentimiento por el abuso sufrido por mis propios padres. Ej: Ya no me quieres…, no me pegas como antes. 

4. Infidelidades: 

Mi manera de relacionarme, proviene de las interacciones dentro de mi propia familia, con mis padres y hermanos. 

Cuando uno de mis Padres no ha ocupado su lugar, entonces toda la familia se reordena y alguno de los hijos, termina siendo el esposito de Mamá o la esposita de Papá, con lo cual, se genera rivalidad con el otro padre o inclusive con sus propios hermanos. 

¿Cómo se puede sanar con el reflejo que muestra la pareja?

Recogiendo lo que sucede en la relación de pareja como algo para trabajar personalmente y no como una oportunidad de atacar al otro, buscando culpables.

Por ejemplo, “La pareja está siempre enojada ¿Con quién de mi sistema estoy enojado?”

Acciones:

– Aceptar que atraigo a la pareja perfecta para sanar mis dinámicas familiares no resueltas.

– Agradecer a mi pareja la oportunidad de ser un maestro de vida para sanar mis propias heridas. 

– Observar diariamente que me está reflejando mi pareja como espejo.

– Observar con atención qué me refleja mi pareja.

¿A quién se parece? ¿Por qué me molesta ese gesto? ¿Quién en mi sistema lo hacía igual? 

– Accionar antes de reaccionar en los conflictos de pareja, asumir la responsabilidad de lo propio y dejar al otro lo suyo. 

En la medida que seamos conscientes, que nuestra pareja es un espejo diario, donde se proyectan todos nuestras viejas heridas, nuestros miedos y expectativas, seremos más conscientes de que el otro es no es el culpable de mis estados emocionales.

Rocío González Galván.

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