Las autoridades federales mexicanas han asestado un golpe significativo al crimen organizado al descubrir un sofisticado narcotúnel que conectaba la ciudad de Tijuana, Baja California, con San Diego, California, en Estados Unidos. Este hallazgo, catalogado como uno de los más relevantes en la lucha contra el trasiego de drogas y armas a través de la frontera, revela la persistente ingenuity de las redes criminales para burlar la seguridad fronteriza. El túnel, de impresionantes dimensiones, fue localizado tras labores de inteligencia y vigilancia coordinada entre diversas instancias de seguridad.
El descubrimiento: Inteligencia y vigilancia estratégica
La localización del túnel se logró gracias a una minuciosa labor de inteligencia y seguimiento. El Gabinete de Seguridad Federal había mantenido una vigilancia estratégica sobre una propiedad ubicada en el fraccionamiento Nueva Tijuana, en el lado mexicano. Esta vigilancia incluyó el uso de herramientas de observación fija, móvil y aérea, lo que permitió recabar la información necesaria para solicitar y obtener una orden de cateo.
Una vez que se obtuvo la orden judicial, elementos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC México), la Fiscalía General de la República (FGR México), la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensamx1) y la Secretaría de Marina (SEMAR_mx), actuando en estrecha coordinación con las autoridades de Baja California, llevaron a cabo la incursión en el inmueble. Fue durante este operativo que se confirmó la existencia y las características del narcotúnel.
Este tipo de hallazgos subraya la complejidad de la lucha contra el crimen organizado transnacional, que invierte grandes recursos en la construcción de infraestructuras subterráneas para facilitar sus actividades ilícitas, principalmente el tráfico de drogas hacia el mercado estadounidense.

Dimensiones y características del túnel clandestino
El narcotúnel descubierto en Tijuana posee características que lo hacen particularmente notorio. Según los reportes de las autoridades, la infraestructura clandestina tiene una longitud aproximada de 600 metros. Esta extensión le permitía cruzar de manera subterránea una parte significativa de la frontera internacional.
Además de su longitud, el túnel fue construido a una profundidad considerable de 13.5 metros. Esta profundidad lo hace extremadamente difícil de detectar desde la superficie y lo protege de las condiciones geológicas o los sistemas de detección superficiales.
La construcción de una obra de esta magnitud requiere de una ingeniería rudimentaria, pero efectiva, que incluye sistemas de ventilación, iluminación y, en ocasiones, incluso rieles para el transporte de mercancías. Aunque no se especificaron todos los detalles de su infraestructura interna, la complejidad de estos túneles suele ser alta.
El punto de entrada del túnel en México se ubicaba en el mencionado fraccionamiento Nueva Tijuana, una zona estratégica por su proximidad a la línea fronteriza. El punto de salida en Estados Unidos se encontraba en San Diego, California, lo que facilitaba el acceso a redes de distribución en territorio estadounidense.
Evidencia encontrada y propósito ilícito
Dentro del narcotúnel, las autoridades federales encontraron evidencia que confirmaba su uso para actividades delictivas. Entre los hallazgos se incluyó un paquete de metanfetamina, una droga sintética de alta demanda en el mercado ilícito. La presencia de esta sustancia confirma que el túnel estaba en operación y siendo utilizado para el trasiego de estupefacientes.
Adicionalmente, se encontraron diversos objetos utilizados para el transporte de cargamentos. Aunque no se detallaron estos objetos, en túneles similares se han hallado carretillas, herramientas, y hasta sistemas de rieles o poleas para mover la mercancía de forma eficiente a lo largo de la estructura subterránea. Todo esto refuerza la tesis de que se trataba de una vía de comunicación clandestina activa, diseñada para el contrabando a gran escala.
El hallazgo de este narcotúnel reitera que el tráfico de drogas es la principal actividad para la que se construyen estas complejas infraestructuras. Los cárteles invierten considerablemente en estos proyectos, debido a que representan una forma sigilosa y efectiva de evadir los controles fronterizos terrestres, aéreos y marítimos convencionales.

Situación posterior al hallazgo y medidas de seguridad
Una vez que las autoridades concluyeron las labores de inspección y recolección de evidencia en el inmueble y el túnel, la propiedad donde se ubicaba la entrada en Tijuana fue dejada sin vigilancia activa, más allá de los sellos de la FGR y una cadena en el acceso principal. Esta práctica es común en propiedades aseguradas, que quedan bajo resguardo ministerial mientras se desarrollan las investigaciones y se define su destino legal.
Sin embargo, en el pasado, propiedades con túneles descubiertos han sido blanco de nuevos intentos de intrusión por parte de organizaciones criminales. El descubrimiento y neutralización de este narcotúnel no solo interrumpe una ruta de contrabando, sino que también proporciona información valiosa para las agencias de inteligencia sobre las técnicas y la logística utilizadas por el crimen organizado.
La información recabada puede ser utilizada para mejorar los métodos de detección y prevención de futuros túneles, reforzando la seguridad en la frontera México-Estados Unidos. Este suceso pone de manifiesto la constante batalla que se libra en la frontera para frenar el flujo de sustancias ilícitas.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades en ambos lados, la sofisticación de los métodos de contrabando, como la construcción de túneles, representa un desafío continuo que exige una cooperación binacional y una inversión constante en tecnología y recursos humanos para combatirlo eficazmente.
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