Rusia anunció que concentrará su ofensiva militar en Ucrania en la “liberación” de la zona este del país (Donbás), tras un mes de combates y bombardeos que no consiguieron doblegar la resistencia de esta exrepública soviética.
Según informes, las tropas rusas se vieron obligadas a replegarse en regiones en torno a Kiev y enfrentaban una contraofensiva en Jersón, la única ciudad importante que lograron tomar desde el inicio de la invasión, el 24 de febrero.
“Los ucranianos están tratando de apoderarse de Jersón”, dijo un alto funcionario del Departamento de Defensa de EU, que pidió el anonimato.
Según la inteligencia británica, los contraataques del Ejército ucraniano y las dificultades de las fuerzas rusas con sus líneas de suministro “han permitido a Ucrania volver a ocupar ciudades y posiciones defensivas hasta 35 kilómetros al este”.
El jefe de Estado mayor adjunto de las Fuerzas Armadas, Serguéi Rudskoy, alegó que la orden de concentrarse en la región este se dio considerando que “los principales objetivos de la primera fase de la operación fueron alcanzados” y que “la capacidad de combate de las fuerzas ucranianas fueron reducidas de manera significativa”.
El presidente estadounidense, Joe Biden, elogió ayer la resistencia ucraniana desde la ciudad polaca de Rzeszow, a 80 km de la frontera con Ucrania, y volvió a calificar al presidente de Rusia, Vladimir Putin, de “criminal de guerra”.
La ciudad portuaria de Mariúpol, sobre el mar de Azov, asediada y bombardeada desde hace semanas, se convirtió en emblema de la devastación dejada por la guerra.
El bombardeo la semana pasada de un teatro que servía de refugio antiaéreo pudo haber dejado cerca de 300 muertos, informó la alcaldía.
Pese a sus intensos ataques, las tropas rusas han sufrido importantes bajas y desde hace semanas no tienen ningún avance significativo.
El Ejército ruso reconoció ayer que mil 351 de sus soldados han muerto y tres mil 825 resultaron heridos; no obstante, Ucrania calcula que la cifra de soldados rusos caídos es de unos 12 mil.