En la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México, el cardenal prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, en representación del Papa Francisco, celebró hoy la Misa de beatificación del padre Moisés Lira Serafín (1893-1950), misionero del Espíritu Santo y fundador de la Congregación de las Misioneras de la Caridad de María Inmaculada. Fue, dijo, un testigo de la alegría de hacer siempre la voluntad del Padre como hijo, pero también un gran director espiritual.
El nuevo beato, el padre Moisés reprodujo en sí mismo «la imagen de Cristo Hijo, manso y humilde», y propuso este rostro de Jesús «también la imitación a sus hijas espirituales, las ‘Misioneras de la Caridad de María Inmaculada’, guiándolas por el camino de la infancia espiritual».
Hablaba de Dios como un verdadero hijo y hablaba de él «como un verdadero padre, haciéndolo con una ternura que impresionaba», y vivía la «pequeñez» de un hijo, con la alegría de hacer siempre la voluntad del Padre, incluso cuando estaba muy enfermo y postrado. Pero fue también un gran maestro de paternidad espiritual, y confesor, para muchas personas ‘a las que también «orientó en su opción de vida».
Así se refirió el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, al sacerdote mexicano Moisés Lira Serafín, misionero del Espíritu Santo que vivió en la primera mitad del siglo pasado, en la homilía de la Misa de beatificación, celebrada hoy, como representante del Papa Francisco, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Ciudad de México.
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