- Los niveles más altos de anticuerpos se alcanzan a 42 días de la primera dosis y se reducen a partir de los 180 días
En tres de cada cuatro vacunados con CoronaVac, de la farmecéutica china Sinovac, se encontraron anticuerpos neutralizantes a seis meses de completada la inmunización. Pero también se comprobó que, de ese momento en adelante, comenzaron a desaparecer -más aún si la personas enfrentan alguna de las nuevas variantes del Covid-19.
La vacuna de Coronavac ha demostrado su eficacia frente a las mutaciones convencionales del SARS-CoV-2, pero los datos preliminares sobre las “variantes de preocupación” señalan que podrían evadir la capacidad de neutralización de estos tratamientos.
Una de ellas es la variante Delta, que se ha extendido alrededor del mundo, convirtiéndose en la responsable de la mayoría de casos nuevos. De acuerdo a un estudio de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el suero de los vacunados es diez veces menos potente que con la cepa original.
La investigación se centra, principalmente, en analizar la seguridad, respuesta inmune y eficacia proporcionada por la vacuna CoronaVac, la cual llegó a nuestro país el 20 de febrero de este año.
Los científicos de la región prefieren la cautela -sobre todo porque la caída de anticuerpos detectados en la sangre no necesariamente equivale a que se pierde la capacidad inmunitaria para hacerle frente al virus-, y coinciden en que “es un indicador más” a considerar a la hora de decidir si habrá que dar una tercera dosis o no
¿Es necesaria una tercera dosis?
Para responder a esa pregunta Gualberto González, catedrático de inmunología, señaló que son necesarios dos tipos de evidencias: cómo evolucionan los anticuerpos neutralizantes que se localizan en la sangre y cómo la vacuna se comporta en ese terreno-
El estudio chileno demuestra que a dos semanas de la segunda dosis de Coronavac, 42 días después de la primera dosis, se detectan los niveles más altos de anticuerpos. Estos continúan en rangos “altos” durante unas semanas y luego empiezan a caer.
Pasados los 180 días de la primera dosis -o 152 días de la segunda-, los niveles de anticuerpos encontrados entre los voluntarios son siete veces inferiores que aquel clímax.
Esa caída “significativa” de los niveles de anticuerpos “es una de las maneras de medir la respuesta inmunitaria , pero no puede hablarse de protección frente a una infección solo por la cantidad de anticuerpos”, advirtió la epidemióloga y pediatra Mónica Pujadas.
El virus, en su diminuto tamaño, tiene unas proteínas llamadas Spike o de pico, que funciona como una llave, capaz de abrir la cerradura de las células humanas y así se produce la infección.
Cuando una persona es capaz de producir anticuerpos -naturalmente porque superó una infección anterior de esa misma variante viral o artificialmente porque se vacunó- estos salen al encuentro del virus y obstaculizan su ingreso a las células.
La ciencia aún desconoce qué niveles de anticuerpos son necesarios para estar protegido. Pero más allá de estos anticuerpos que han cuantificado los investigadores chilenos, la inmunidad también genera otras formas de protección.
Imagine que ésta fuera una guerra.
Los anticuerpos son como esos soldados que van al choque. A estos los producen las células B. Pero hay otras células, las llamadas T, que hacen un trabajo de contrainteligencia distinto: son glóbulos blancos capaces de “buscar” las células que ya infectó el virus y destruirlas.
Esa tarea de contrainteligencia es clave porque, de lo contrario, las células que infectó el virus se convertirían en una “fábrica de virus “ que infectan a otras y propagan la infección.
La respuesta inmune genera además las llamadas células de memoria. No son células activas, como las anteriores, sino que su función es estar expectantes, como “un ejército de reserva” y en caso de ocurrir una reinfección se activan y multiplican rápidamente reponiendo los niveles de anticuerpos en circulación y la cantidad de células T que pueden destruir células infectadas.
El estudio chileno midió solo los anticuerpos, los soldados que van al choque, los que tapan la llave. Pero no contempla otras formas de protección que podría demostrar la vacuna en el terreno mismo.
Por eso la infectóloga Victoria Frantchez adviertió que no hay que sacar conclusiones, basados únicamente a un estudio. “Mucho menos hay que salir corriendo a medirse los anticuerpos, porque los tipos de anticuerpos que detecta este estudio son diferentes al test de farmacias y porque, científicamente, las dudas no están saldadas”, aseguró.
“El estudio chileno reitera que Coronavac es una muy buena vacuna, segura y eficaz”. De hecho, entre los cerca de 2 mil 300 voluntarios, menos del 2% de los vacunados con dos dosis cursó el Covid-19 con sintomas. Y el 94% de ellos lo hizo de manera “muy leve”.
En ese sentido, los integrantes de la comisión asesora de vacunas están “conformes” con los resultados, que son incluso “mejores” de los esperados.