Anorexia: una lucha silenciosa que exige atención urgente

La anorexia es un trastorno de alimentación que hace que las personas pesen menos de lo que se considera saludable para su edad y estatura, generalmente por una pérdida excesiva de peso. Las personas con este trastorno tienen un miedo intenso a aumentar de peso, incluso cuando están con peso insuficiente.

Es un trastorno de la conducta alimentaria marcado por la restricción extrema de alimentos, sigue siendo uno de los retos más complejos en salud mental.

Aunque gran parte de la atención pública se dirige a la obesidad o al sobrepeso, este otro lado del espectro demanda visibilidad, comprensión y acción.

Llegué a pesar treinta kilos, lo único que podía controlar era lo que comía. Vivir con un TCA

Hoy queremos compartirte esta entrevista de Silvia Olmedo a Irazú Torres Maya, una jóven poblana

No se trata solo de peso, sino de dolor, soledad y búsqueda de aceptación.

Ve esta entrevista que habla con el corazón sobre la anorexia y todos las etapas por las que pasó y cuál fue el origen.

Ver esta entrevista puede ayudarnos a mirar con más empatía, a detectar señales y a ofrecer apoyo sin juzgar.

“No necesitas ser perfecta para ser amada.”
Una frase que lo resume todo.

Datos y panorama en México sobre la anorexia

Romper el silencio: la urgencia de hablar sobre la anorexia en niñas y adolescentes

  • En México se registran alrededor de 20,000 casos de anorexia y bulimia cada año, siendo las adolescentes el grupo más vulnerable. 
  • Las estadísticas de centros de salud indican que cada año se diagnostican 22,000 trastornos alimenticios en jóvenes de entre 13 y 18 años, con una incidencia mayor en mujeres (relación aproximada de 9 hombres afectados por cada 1 mujer
  • Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT 2022), el 1.6 % de las adolescentes mexicanaspresentan algún tipo de trastorno de la conducta alimentaria. 
  • En cuanto a la población adolescente en general, se estima que entre el 1.5 % y el 3 % podrían presentar un trastorno alimenticio, cifra que algunos especialistas consideran subestimada debido a casos no detectados.

Estos números revelan solo una parte de la realidad: muchos casos quedan ocultos por vergüenza, falta de conocimiento o acceso limitado a servicios psicológicos y nutricionales.

Síntomas y señales de alerta

Identificar la anorexia requiere atención a múltiples dimensiones —física, psicológica y conductual. Algunos signos comunes son:

Físicos

  • Pérdida de peso marcada o falta de aumento de peso en adolescentes durante el crecimiento
  • Fatiga, debilidad general, mareos o desmayos. 
  • Hipotensión, ritmo cardíaco irregular o bradicardia
  • Intolerancia al frío, piel seca, piel con aspecto amarillento. 
  • Pérdida o debilitamiento del cabello, caída de cabello. 
  • Ausencia de menstruación (en mujeres) durante varios ciclos consecutivos.
  • Problemas digestivos como estreñimiento, dolor abdominal, sensación de distensión. 
  • En personas que purgan, desgaste dental, inflamación de glándulas salivales, erosión esofágica.
anorexia
Las estadísticas arrojan datos escalofriantes: se estima que una de cada 100 adolescentes padecen anorexia nerviosa y 4 de cada 100 tienen bulimia nerviosa.

Psicológicos y conductuales

  • Miedo intenso e irracional a subir de peso, aunque la persona esté bajo de peso. 
  • Distorsión de la imagen corporal: verse “gorda” aun con delgadez extrema. 
  • Restricción alimentaria estricta, contaje obsesivo de calorías, dietas extremas.
  • Ejercicio excesivo y rígido, incluso cuando hay signos de fatiga
  • Aislamiento social, retirar interés por actividades cotidianas. 
  • Cambios emocionales: irritabilidad, depresión, ansiedad, pensamiento rígido. 
  • Negación del problema, rechazo a la ingesta de alimentos incluso frente a advertencias de familiares o médicos. 

Es importante tener en cuenta que la anorexia no siempre se muestra de manera dramática ni extrema desde el inicio. En muchos casos, los síntomas iniciales son sutiles: restricción leve, preocupación por la comida, comentarios frecuentes sobre gordura o control del peso.

Qué hacer: rutas de intervención y estrategias

1. Acción temprana y detección

El primer paso es identificar signos de alerta y no subestimarlos. Si un familiar, amiga o alumno muestra cambios llamativos en el peso, conducta alimentaria o estado emocional, es importante intervenir con empatía y sin confrontación directa. Ofrecerse para acompañar a un profesional o buscar apoyo juntos puede marcar la diferencia.

2. Diagnóstico y evaluación integral

Un equipo interdisciplinario es fundamental: médico general, psiquiatra o psicólogo especializado en trastornos alimentarios, nutricionista/dietista y, en casos necesarios, endocrinólogo o internista. 

Se evalúan el estado nutricional (peso, talla, índice de masa corporal), análisis de sangre, estudios metabólicos, función cardiaca y otras pruebas clínicas para detectar complicaciones de la desnutrición. 

3. Tratamiento especializado

  • Restauración nutricional: recuperar el peso saludable de forma gradual y segura, con planes alimentarios adaptados a cada caso
  • Psicoterapia: terapias individualizadas y —especialmente en adolescentes— terapia familiar, que ha mostrado eficacia al involucrar a los padres como facilitadores del proceso de recuperación.
  • Monitoreo médico constante: vigilancia de signos vitales, niveles de electrolitos, función cardíaca y hidratación. En casos graves, puede requerirse hospitalización o alimentación asistida (por sonda nasogástrica).
  • Apoyo y acompañamiento psicosocial: grupos de apoyo, educación a familiares, talleres de autoestima y redes de contención.
  • Prevención de recaídas: el seguimiento prolongado es esencial. Las recaídas pueden presentarse en momentos de estrés o crisis emocionales si no se cuenta con herramientas de afrontamiento. 

4. Rol de la familia y el entorno

La familia juega un papel crucial: no solo como apoyo emocional, sino como una red de intervención activa. Es fundamental:

  • Involucrarse en educación sobre trastornos alimentarios y estrategias de comunicación afectiva.
  • Evitar comentarios sobre peso, dietas o apariencia corporal en la casa.
  • Promover una alimentación compartida, equilibrada y consciente.
  • Estar alerta a cambios emocionales, estrés o eventos desencadenantes.
  • Facilitar el acceso a profesionales sin culpabilizar ni presionar.

5. Políticas públicas, visibilidad y capacitación

El reto va más allá del ámbito clínico. Para enfrentar la anorexia con eficacia, México requiere:

  • Programas escolares de prevención y educación sobre salud mental y conducta alimentaria.
  • Capacitación para profesoras, docentes, personal de salud y trabajadores comunitarios en detección temprana.
  • Ampliar el acceso a servicios de atención psicológica y nutricional, especialmente en zonas rurales y comunidades con pocos recursos.
  • Campañas de sensibilización que rompan estigmas, reduzcan la vergüenza y promuevan la búsqueda de ayuda.
  • Integración del tema en políticas nacionales de salud mental y nutrición.

Reflexión final

La anorexia no es un capricho ni una fase: es una enfermedad grave con consecuencias físicas, psicológicas y sociales que pueden ser mortales si no se trata.

En México, muchos casos permanecen ocultos por falta de diagnóstico, recursos o voluntad para hablar.

Hay esperanza. Con detección temprana, intervención adecuada y redes de apoyo, la recuperación es posible.

Abrir el diálogo, compartir información veraz y acompañar sin juzgar puede marcar la diferencia entre la vida y el silencio.

Si conoces un caso que podría estar viviendo algo así, no dudes en buscar ayuda profesional. No tienes que enfrentar esto sola (o solo).

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