Josél Moctezuma
El trabajo infantil es una triste y cruda realidad que persiste en todo el mundo y la cual es difícil de erradicar. Izúcar de Matamoros concentra un 23.9 por ciento de menores de entre 5 a 17 años de edad laborando en distintos sectores, siendo el campo donde más trabajan, orillando a muchos a dejar sus estudios y poner en riesgo su salud y desarrollo físico.
En el estado de Puebla la tasa de trabajo, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), es la segunda más alta en el país, con 193 mil 757 niñas, niños y adolescentes en ocupaciones no permitidas, que corresponde al 8.7% del total nacional.
El estudio que realizó INEGI dio a conocer que, en Izúcar un 53.9 por ciento de menores de edad no asiste a la escuela, aunque de este porcentaje no todos laboran; además, reveló que uno de los mayores puntos en común de trabajadores infantiles, es que viven en hogares donde la madre es la principal fuente de ingreso en el hogar.
Pero sin duda, el principal factor de empezar a laborar a temprana edad es la falta de recursos económicos en los que viven, dejando el lápiz por un machete y volviéndose en parte de una vida cotidiana, la cual se sigue viendo de generación en generación, pues la mayoría de estos pequeños tienen padres con un nivel educativo bajo.
Algunos menores inclusive deciden irse a Estados Unidos poniendo en riesgo su vida, con la finalidad de que sus familias vivan en mejores condiciones, y buscando un mejor futuro para ellos, algo que no pueden encontrar en sus lugares de origen.
La mayoría de ellos, a pesar de que laboran en jornadas de más de 6 horas, reciben una paga menor que los adultos que realizan el mismo trabajo, aun dando los mismos resultados.