En el corazón de Puebla, un fenómeno ha capturado la atención de miles: Mircea Gabriel Mihaila, un ciudadano rumano conocido popularmente como “El quita dolores” o el “sanador de Puebla“. Este enigmático personaje ha generado largas filas de personas que buscan alivio para sus dolencias, atraídas por la promesa de curación a través de la energía. Su presencia en la Angelópolis ha provocado un intenso debate, mezclando esperanza, escepticismo y un toque de misterio, que incluso ha llegado a las esferas del deporte local, con una particular visita del Club Puebla.
El origen de un fenómeno de sanación
Mircea Gabriel Mihaila no es un médico ni un curandero tradicional en el sentido estricto. Originario de Rumania, asegura haber descubierto sus habilidades “sanadoras” de forma accidental hace varios años, durante su estancia en Quintana Roo, México. Según su propio relato, durante una fiesta, logró detener una hemorragia severa de una persona herida, un incidente que, según él, sorprendió incluso a los médicos presentes.
A partir de ese momento, comenzó a explorar lo que describe como su “don”, desarrollando la capacidad de canalizar su propia energía a través de sus manos para aliviar todo tipo de padecimientos. Su método es simple: no utiliza rituales complejos, hierbas específicas ni pócimas. Se sienta en una silla y, con sus manos, dice transmitir energía que alivia los dolores.
Aunque no tiene formación médica formal, ha explorado prácticas holísticas, como el Reiki, y se describe a sí mismo como un “canal” que no exige un precio fijo por sus servicios, aceptando una “cooperación voluntaria” que las personas estén dispuestas a dar, con reportes de aportaciones de hasta 500 pesos por sesión.

De la Plaza de la Democracia al Paseo Bravo
La popularidad de Mircea Gabriel en Puebla se disparó gracias al boca a boca y, de manera exponencial, a las redes sociales. Videos y testimonios de supuestas curaciones comenzaron a viralizarse, atrayendo a cientos de personas diariamente.
Inicialmente, se instaló en la Plaza de la Democracia, frente al icónico Edificio Carolino de la BUAP, donde las filas se volvieron interminables. Personas en sillas de ruedas, adultos mayores y familias enteras, muchas de ellas viajando desde otros estados de México e incluso desde Estados Unidos, esperaban durante horas o incluso días para ser atendidas.
La demanda ha sido tal que, a finales de mayo, el “sanador de Puebla” tuvo que trasladarse al Paseo Bravo, una nueva ubicación que, se especula, busca aliviar la obstrucción del espacio público generada por las masivas aglomeraciones. A pesar del cambio, las filas no han disminuido, y se reporta que las citas para consulta ya están programadas hasta el mes de agosto, lo que demuestra la magnitud de su influencia y la desesperación de muchos por encontrar alivio a sus males.
El Club Puebla y la búsqueda de una curación “de corazón”
Uno de los capítulos más recientes y curiosos en el fenómeno de Mircea Gabriel es su conexión con el equipo de fútbol local, el Club Puebla. En medio de una temporada de resultados desfavorables para “La Franja”, un influyente aficionado y creador de contenido conocido como “El Yuyo, Tu Hincha Favorito del Club Puebla”, decidió acudir personalmente al “curandero” en el Paseo Bravo.
En un video que rápidamente se hizo viral, “El Yuyo” explicó su visita no para sanar un dolor físico propio, sino para buscar una “cura para el dolor del corazón” que la mala racha del equipo ha provocado en la afición blanquiazul. Este gesto, aunque simbólico, subraya la profunda desesperación y el alcance del fenómeno de Mircea Gabriel, que trasciende las dolencias físicas para adentrarse en la psique y las esperanzas colectivas de la comunidad poblana. Es un reflejo de cómo la gente, en busca de soluciones, explora todas las vías posibles, incluso las más inusuales.

El debate entre la fe, la ciencia y el gobierno
La creciente fama de Mircea Gabriel no ha pasado desapercibida para las autoridades. La Secretaría de Salud del Gobierno de Puebla se ha pronunciado al respecto, declarando que carecen de facultades para regular prácticas de tipo energético o alternativas como las que realiza el “curandero rumano“.
Ha enfatizado que estas no cuentan con respaldo científico y, por tanto, “no deben considerarse sustitutos de la atención médica profesional”. Esta declaración busca alertar a la población sobre los riesgos de abandonar tratamientos médicos comprobados por la búsqueda de curas milagrosas.
Por su parte, el Ayuntamiento de Puebla ha expresado preocupación por la posible obstrucción de la vía pública generada por las largas filas. Sin embargo, figuras como el regidor Gabriel Biestro Medinilla han señalado que, hasta el momento, Mircea Gabriel no está usurpando una profesión ni incurriendo en una falta administrativa sancionable, comparando su actividad con la de un “mago” que realiza un “espectáculo” sin cometer un delito.
La opinión pública se encuentra dividida. Mientras miles de personas atestiguan haber experimentado alivio de sus dolencias, compartiendo historias de esperanza y recuperación en redes sociales, otros internautas y sectores más escépticos acusan a Mircea Gabriel de fraude.
Se han mencionado supuestos antecedentes de prácticas similares en otros estados como Mérida y Playa del Carmen, lo que ha alimentado el debate sobre la veracidad de sus poderes. No obstante, sus defensores argumentan que la decisión de acudir a él es personal y que nadie es forzado a pagar o a recibir sus servicios.
¿Un futuro para el sanador en Puebla?
A pesar de la controversia y la falta de respaldo científico, Mircea Gabriel Mihaila ha manifestado su deseo de establecerse permanentemente en la ciudad de Puebla. Atribuye esta decisión a la calidez de los poblanos, la riqueza de la gastronomía local y las tradiciones de la región, sintiéndose bienvenido en la Angelópolis. El fenómeno de “El quita dolores” en Puebla es un espejo de las complejidades de la sociedad contemporánea, donde la búsqueda de bienestar se cruza con la fe, las creencias alternativas y la influencia de las redes sociales.
Mientras las autoridades se mantienen al margen por la falta de un marco regulatorio claro para este tipo de prácticas, y la comunidad científica reitera la importancia de la medicina basada en evidencia, las filas de esperanza en el Paseo Bravo continúan, demostrando que para muchos, el “sanador rumano” representa una última esperanza o, al menos, un consuelo ante el dolor. Su historia en Puebla sigue escribiéndose, una anécdota singular en el vibrante mosaico de la vida urbana.
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